Una comedia para pasarla bien
Tiene soltura, gracia y simpatía. Otra disfrutable comedia nacional. Es un canto a la amistad, que cruza sobre el tiempo, los fracasos, las traiciones. La vida de cuatro chicos unidos por los juegos y la música. Ya grandes, les cuesta madurar. Vienen de una infancia con mucha indiferencia, violencia y abandono. Y llegan a la madurez cinchando con ese pasado de frustraciones y sabores amargos. Son inseguros, obsesivos, pero también ansiosos y entrañables. No quieren compromisos. Les sobran planes pero les cuesta pisar la tierra. Los sueños han quedado lejos (buena escena la del video), la vida los pone a prueba, pero es la amistad lo que los sostiene y le da sentido a estas existencias tan dubitativas. Y enfrente están ellas: más seguras, más decididas, más despiertas, pero menos sinceras y más interesadas.
La escribió la dirigió Gabriel Nesci, el autor de “Todos contra Juan”, una mini serie que fue como un bálsamo de espontaneidad en medio de una tevé tan estereotipada. Su paso al cine merece saludarse. El filme tiene fallas, claro: es algo exagerada la diferencia entre ellas; suena muy forzado el rechazo del músico ante la linda colombiana. Pero tiene humor, apuntes sabrosos, buenos diálogos, logradas actuaciones (el mejor trabajo en cine de Fernando Mirás), personajes creíbles, sensibilidad y una nostalgia que no empalaga.