Friends Will Be Friends
Gabriel Nesci, creador de la serie televisiva Todos contra Juan, debuta en el cine con Días de vinilo (2012), una comedia con trasfondo romántico pero con el eje del conflicto puesto en la amistad a partir de un vinculo musical.
Cuatro amigos de la infancia, cercanos a los cuarenta años, cuyos lazos permanecen intactos a lo largo del tiempo, vivirán al unísono una crisis personal producto de un conflicto amoroso, poniendo a prueba la amistad que los une.
Días de vinilo es una película coral donde cuatro parejas atravesarán los diferentes estadíos de una relación, desde el primer encuentro, el casamiento, la traición, la infidelidad y la ruptura. Cada uno de los protagonistas vivirá uno (o varios) de estos momentos tan comunes a lo largo de una relación. La diferencia con otras películas que abordan el mismo tema, como podría ser (500) días con ella ((500) Days of Summer, 2009), es que el autor en vez de narrarlos a través de una sola pareja, los desdobla en cuatro protagonistas, unidos por un vículo amistoso, y en un mismo espacio temporal.
Narrativamente la historia funciona con una extructura clásica en forma de sitcon, con un ritmo bastante inusitado. Es creíble en lo que cuenta (y como lo cuenta) y logra que uno encuentre cierta identificación con algún que otro personaje. Pero por sobre todas las cosas también es graciosa, recurriendo al gag constante, rápido, efectista e inteligente. Algo no muy frecuente en el cine actual.
Uno de los elementos excluyentes en Días de vinilo es la música. La misma funciona como el soundtrack de la vida y el realizador (que también es músico) la incluyó como un protagonista más, siendo determinante en cada uno de los episodios. Una banda sonora que contiene una variedad de temas de autores que van desde Morrisey hasta una canción original que interpreta el personaje de Emilia Attias, articula la trama de la misma forma que sucede en Alta fidelidad (High Fidelity, 2000), aquella película de culto de Stephen Frears, pero que salvo por la música como hilo conductor poco tiene que ver con ésta, pese a que muchos no puedan evitar compararla.
Gabriel Nesci, que ya había demostrado ser un buen guionista y director de televisión, aprueba su primera experiencia cinematográfica, pero dejando una puerta abierta para dar mucho más. Días de vinilo está bien narrada, bien actuada (excelentes Maricel Álvarez e Ignacio Toselli que merecen un párrafo aparte), tiene una puesta de cámaras moderna, en donde el personaje que lleva la acción estará siempre en el centro de la escena, y el soundtrack es más que acertado. En síntesis: una película para reír, cantar y, por sobre todas las cosas, amar. ¿Se puede pedir algo más?