Hacer los deberes, como Dios manda, no siempre resulta ser beneficioso., sino que lo diga Quique (Diego Pérez), un humilde y sacrificado trabajador que siempre enfrenta al día con una sonrisa y puro optimismo. Porque se encarga de reparar las máquinas de una empresa siendo un empleado fijo. Además, hace otro tipo de changas como arreglos de los artefactos pertenecientes a un inmueble. Y, por si fuera poco, al ser creyente practicante, oficia de monaguillo en una Iglesia conducida por un amigo cura.
El protagonista vive con su mujer en una casa alquilada, no les sobra nada, se mantienen con lo justo, él se conforma con eso y es feliz, pero Yanina (Daniela Viaggiamari) no, y por eso engaña a su marido con el hijo del dueño de la empresa donde Quique trabaja. Víctor (Sebastián Pajoni) es el malo, y con éste rival comienza su calvario.
Dirigida por Roberto Salomone y Daniel Alvaredo, esta película está planteada como una comedia, aunque tiene todo el espíritu de ser un drama.
El relato es dinámico en todo su desarrollo y casi siempre lo acompaña alguna música o ruido incidental para exagerar aún más las desdichas que transcurren de escena en escena. Constantemente le suceden cosas a Quique. Nada le sale bien. Pierde todo, absolutamente todo, y termina en la calle. Reconstruirse es su prioridad, prometiendo que nunca más será bueno y no volverá a respetar los diez mandamientos.
El personaje está hecho a la medida de Diego Pérez. Es difícil imaginarse a otro actor conocido que pueda interpretarlo. El resto del elenco lo acompaña cumpliendo bien sus papeles. Pero el problema viene de parte del guión. Si promete ante Jesús que va a ser todo lo contrario a lo que venía siendo, el espectador pretende que lo cumpla, con un cambio de carácter y actitudes. Pero no lo hace. Sigue siendo un bonachón y confiado. Sólo desea a Zulma (Luciana Dulitzky), la mujer de un vecino, que lo seduce permanentemente.
La historia es actual, con los problemas cotidianos que nos aquejan y preocupan a todos, pero tiene un tratamiento y una textura un poco pasada de moda
Como Quique es así, lo único que puede esperar es que la mala racha cambie, pero para ello la buena suerte tiene que ser una aliada fundamental.