Nicolás es un productor musical en plena crisis personal y profesional que, presionado por su jefa, debe crear y llevar al estrellato a una nueva banda musical en seis meses para no perder su trabajo. Su idea es digna de un reality show tipo Popstars: un grupo conformado por un sacerdote, un rabino y un imán.
Dirigido, escrito y coprotagonizado por Fabrice Eboué, Dios los cría y ellos… podría haber sido, en otras manos, una película venenosa y crítica, una sátira feroz a los mandatos de las religiones dominantes. El resultado, sin embargo, está lejos de cualquier tipo de incorrección.
El film alterna entre los castings, las primeras interacciones y hasta una gira (¡!) del grupo -en lo que es el ascenso más rápido en la historia de la música- con la crisis familiar de Nicolás, a quien su esposa está a punto de abandonar. Sin embargo, ninguno de los conflictos funciona, pues a Eboué le interesa únicamente el llamado a la conciliación detrás de la trama.
Así, Dios los cría y ellos… hace agua como comedia, con chistes trillados sobre religiones y razas que no van más allá de la circuncisión y el “cuestionamiento” a los dogmas de cada credo. Y también como drama, pues sus personajes jamás salen de la matriz del lugar común. Los únicos momentos destacables llegan junto a los esporádicos raptos de sorpresa, como el número musical del rabino rapero. Eso, y no mucho más.