Ellos cantan.
El comediante Fabrice Eboué escribe, dirige y protagoniza esta comedia francesa en la que un productor musical busca evitar la quiebra de su estudio con el lanzamiento al estrellato de un trío vocal conformado por un rabino, un cura y un imam.
Nicolas (Eboué) es un despreocupado hombre del show business musical parisino. No está en los mejores términos con su esposa luego de un pequeño caso de infidelidad por su parte pero sí con su hija, a la que quiere mucho. También se lleva bien con Sabrina (Audrey Lamy), quien vendría a ser una mezcla de socia y secretaria en la modesta pero simpática productora musical que ha dado de comer y hecho feliz al bueno de Nicolas durante prácticamente toda su vida adulta. En resumen, Nico se toma la vida con soda. Hasta que llega alguien a vaciarle el vaso. Resulta que de un tiempo a esta parte, la rama contable de su empresa ha notado la baja en las utilidades que, sumada a la llegada tarde de Nicolas a la reunión para tratar este tema, decanta en una especie de ultimátum por el que este buen hombre de familia tiene solo seis meses para repuntar con algún éxito discográfico o de lo contrario perderá a su tan querido sello musical. Una serie de circunstancias lo llevarán a tener la brillante idea de conformar un terceto religioso que, conformado por un rabino, un sacerdote y un imam, interpretará grandes éxitos de la música francesa.
Con un estilo que se acerca más a la forma americana de hacer comedia y no tanto a lo que tradicionalmente conocemos como la veta francesa del género, Fabrice Eboué se apoya un poco en su carisma y presencia en pantalla y otro poco en el estrafalario trío de personajes secundarios que le dan forma a su historia para proponer un relato dinámico, bien compartimentado y con un tipo de humor bastante ácido y por momentos negro que realmente funciona. El conflicto inicial que actúa como desencadenante, esa idea brillante, la lucha por encontrar a los mejores candidatos para su trío vocal, las situaciones que se generan como consecuencia de agrupar a semejantes personajes y el viraje a modo de conclusión que la historia plantea al final son todos momentos firmemente construidos que le permiten a los actores lucirse en lo que mejor hacen, hacer reír.
Con una caterva de chistes religiosos que, por momentos sorprenden y por momentos descansan en el estereotipo, la película logra mantener un ritmo equilibrado casi en toda su duración sin perder la gracia y esa veta pasatista y de entretenimiento constante que la acercan bastante a esa fórmula americana para hacer comedia. Otro elemento a favor en este sentido resulta su calificación. El rótulo de “solo apta para mayores de 16” le permite a Fabrice Eboué como autor ir bastante a fondo sobre ese humor religioso que no siempre es fácil de incluir en el cine. En este caso, no solo está presente sino que es el motor que lleva adelante a Dios los cría y ellos…, una propuesta entretenida, musical y con un alto grado de diversidad.