Multirracial y camuflada.
Hace un mes, a propósito del estreno de La familia Beliér, se expresaban las más que obvias y rancias características del cine industrial francés, en este caso, sostenidas desde lo económico por su impresionante éxito en el país de origen. Con Dios mío, ¿qué hemos hecho? vuelven a manifestarse los mismos objetivos: historia familiar, tono de comedia leve, taquilla asegurada. Pero, a diferencia de aquella, que trataba con bastante recato y sutileza las idas y vueltas de un clan sordomudo, la película de Phillipe de Chauveron agrega algunos tópicos, por lo menos, criticables. El matrimonio Verneuil, católico, ricachón, conservador y reaccionario, ve cómo tres de sus hijas se casan con un judío, un chino y un musulmán. Queda la menor, quien mantiene una relación de pareja con un negro africano, sin que los padres se enteren de la noticia. Pero habrá casamiento, peleas, reconciliaciones y, claro está, el hecho terrible de que los Verneuil deban conocer al novio y a su familia, con un padre ex militar, una esposa que lo reta y una hija que habla poco y nada. Pues bien, la trama avanza con simpatía, a través de chistes obvios sobre credos, religiones, colores de piel e ideas básicas y ramplonas sobre el mundo. Hasta acá, todo en orden: los personajes son funcionales y un par de situaciones hasta provocan algún efecto. Sin embargo, la mirada xenofóbica del film, no solo por papá y mamá Verneuil sino también de parte del resto de los personajes, construye un discurso que parece escrito por Jean Marie Le Pen y su hija, heredera ideológica del veterano político. El aspecto curioso es que las veinte, treinta referencias xenofóbicas, graciosas en su mayor parte, están concebidas dentro de una comedia familiar, es decir, bajo la protección de un género que permitiría pasar por alto la crítica. Si los gags verbales, en cambio, se dispararan desde otro género, allí la condena sería contundente. Es que Dios mío, ¿qué hemos hecho? es una película amable, siniestra y reaccionaria en dosis similares: un típico ejemplo de comedia multirracial e ideológica camuflada por un falso progresismo, tan clásico y francés al mismo tiempo.