En el intento de lo políticamente correcto que termina en risa…
Secuela de un éxito de taquilla local «Dios mío ¿Pero qué te hemos hecho?» (2014), que se centraba en unos padres que ven cómo sus hijas se casan con candidatos de diferentes orígenes étnicos y religiones. Esta segunda parte la vuelven a escribir Guy Laurent y Philippe de Chauveron (quien también regresa a dirigir) y en el elenco tenemos caras conocidas de la película anterior, junto al gran Christian Clavier, el padre de familia al borde de un ataque de nervios.
Isabelle (Frédérique Bel) se había casado con un musulmán, Rachid (Medi Sadoun), Odile (Julia Piaton) se había casado con un judío, David (Ary Abittan), Ségolène (Émilie Caen) había elegido a un hombre chino, Chao (Fréderic Chau), y su hija pequeña, había decidido casarse con Charles Koffi (Noom Diawara), un hombre de origen africano.
La cinta fue localmente uno de esos éxitos sorpresivos y que basan su encanto en el boca a boca que siempre genera un momento agradable. Una comedia europea con pretensiones de pasatiempo.
«Dios mío, ¿y ahora qué hemos hecho?» nos trae de vuelta a la familia Verneuil, luego de poner a prueba la tolerancia, más que nada del padre de la familia en la primera entrega. Ahora presenta una mentalidad más abierta.
Pasado el tiempo, todas ellas tienen hijos, mientras que el de Laure está en camino. Los Verneuil están encantados con sus nietos y Claude Verneuil (Christian Clavier), el patriarca ya jubilado intenta no generar ninguna situación de conflicto. Tanto él como su mujer Marie Verneuil (Chantal Lauby) esperan poder disfrutar de una vida tranquila en su enorme casa en el campo, con visitas de su familia.
Para los cuatro yernos la vida en Francia no va bien y están cansados del país entonces convencen a sus esposas de mudarse a sus respectivos lugares de origen. Es ahí cuando Claude y Marie, preocupados por llegar a tener lejos a su familia, idean un magnífico plan para convencer a Rachid, David, Chao y Charles de quedarse.
Una agradable y pintoresca cinta francesa que mayormente se desarrolla de forma lenta, pero a medida que avanza compensa. Continúa la línea argumentativa de la primera entrega con crítica social, mismo tema, mismos personajes y una trama casi calcada. Varias de las situaciones que se presentan son muy cómicas pero nada novedosas, aún así son muy oportunas dentro de esta comedia familiar con un muy buen reparto eficaz (el elenco original de la película) que la vuelve amena y llevadera. Hace reír con diálogos y situaciones graciosas, que rozan el humor hilarante mediante chistes de racismo, inmigración, terrorismo y homosexualidad de una manera adecuada sin generar aspereza, ni mala intención. Philippe de Chauveron vuelve a sacarle partido a los clichés y el humor que exprimieron en la primera parte. Esta vez, con el añadido de la temática LGTB, que se une a esta gran amalgama de culturas. Cumple con creces su objetivo de amenizar.
En síntesis, «Dios mío, ¿y ahora que hemos hecho?» es una propuesta que sigue el mensaje de tolerancia e igualdad como en la cinta anterior, dejando en evidencia que siempre en algunos momentos todos tenemos prejuicios hacia a otros y en definitiva no somos tan distintos como solemos pensar invitando a reflexionar sobre ello. Es entretenida y divertida, a pesar de los clichés como chistes demasiado trillados a los cuales recurre. Si tienen ganas de reírse, con esta familia disparatada pasarán un gran rato para desconectar y divertiste.