Aquí ya no es allá…todo lo que se soñó ser, pero no fue. Ideado por Juan Gastaldi, un bonaerense que se exilió en Madrid, y dirigido por la argentina Silvia Di Florio, con la participación especial de Héctor Alterio, «Partidos, voces del exilio» es un documental que habla del desarraigo, la búsqueda de pertenencia y la añoranza del volver. Se estrena el 4 de agosto en el cine Gaumont. Di Florio, a sus 18 años y embarazada de siete meses, tuvo que marchar al exilio en 1977. Juan Gastaldi, amigo de la adolescencia, se exilió en España. Se encontraron a través del tiempo entre Madrid/ Buenos Aires, y de estos encuentros nació este proyecto. «Partidos, voces del exilio» es una historia del exilio argentino en Madrid a causa de la dictadura cívico-militar (1976-1983). Cuenta sobre un puñado de hombres y mujeres que se vieron obligados a emigrar para salvar sus vidas y que acabaron instalándose allí. Eran activistas políticos, y el peligro que corrían los hizo empezar una nueva vida en Madrid, España. También habla de los hijos de ese exilio, una generación que nació en tierra extraña y otros que llegaron siendo muy pequeños. Un relato en primera persona con locaciones filmadas en Madrid y Buenos Aires que nos embarca en un viaje emotivo sobre una partida obligada, dejando en el recuerdo una construcción de una vida que ya no está, donde tuvieron que aprender a vivir en un país que les era ajeno. Se plasma tanto sus secuelas como marcas existentes aun hoy en día, y cómo viven actualmente esa vida no elegida. Un documental magistral que retrata el dolor sobre la pérdida. Vemos sus sentimientos, dualidades y conflictos, junto a la presencia de los hijos e hijas de ese exilio que heredan una identidad partida. Un viaje de ida y vuelta que expresa la nostalgia y la tensión de estar en un lugar y sentir siempre la falta del otro, para lo que no hay alivio. La nostalgia de los exiliados, la resiliencia de la segunda generación. Y cómo el exilio argentino aportó una nueva mirada en lo cultural y lo social. Mediante esta representación audiovisual espléndida, no solo se cuenta un suceso dentro de un determinado contexto de una época, sino cierta aflicción presente acompañada de una amargura, algo que de algún modo se ha transmitido de generación a generación como rupturas biográficas que no sólo fue la pérdida de amigos y familia, sino también la disolución de proyectos personales, irse del país por miedo al ser parte en un proyecto político militar (la lucha por los derechos humanos) donde ya no eran ni héroes, ni todas esas actitudes eran heroicas, y ni existía un proyecto para la sociedad; se encontraban solo con su existencia. Un sueño que se extinguió en pocos años con una represión feroz de la que aún quedan cuentas pendientes. La crónica resalta la belleza que posee la melancolía mediante distintos testimonios como un rompecabezas excelentemente armado para así presentar la obra exacta sobre lo que se quiere escenificar mediante un hilo conductor sensible, emotivo, ante una historia poco divulgada sobre violencia y exilio de aquellos años, acompañado de Héctor Alterio que va recitando el poema «Qué lástima» de León Felipe, ubicado y fraccionado en las partes justa de cada pasaje del documental, envolviéndolo en un halo de gran emotividad que se incrusta con ferocidad en nuestro ser. Asimismo, escoltado por una fotografía y musicalización majestuosa. En la película también aporta testimonio su hija, Malena Alterio, quien llegó al exilio español a los seis meses y actualmente es una reconocida actriz. Y también se hace énfasis en cuanto al fracaso del proyecto sobre la construcción de un país distinto que soñaba con transformaciones, un sueño que se apagó. El diálogo que se establece entre las dos ciudades con el tejido de los recuerdos, las calles y la gente hace que hayan quedado partidos entre dos culturas y dos pertenencias. Ambas tierras son parte de ellos, y así viven hoy su vida entre dos mundos. El intento de incidir en un proyecto mejor para la Argentina que no fue, la añoranza de volver a una vida que solo quedó en un recuerdo como pertenencia de identidad, la transición de la adaptación a una nueva realidad, nueva cultura donde sus proyectos se quedaron en Argentina y tuvieron que arrancar de cero. En síntesis, «Partidos, voces del exilio» es una cinta que muestra las secuelas de un exilio, donde el sentimiento ambiguo de pertenencia sigue estando para algunos, la exploración constante en búsqueda del encuentro del hogar que no termina de llegar, la forzosa adaptación e incesante construcción de una vida que ya no es lo que era sobre una realidad que nos definía, junto a una percepción fuerte de una patria partida. Más que un documental político es un filme que contempla las consecuencias emocionales del desarraigo.
«Cruzando los dedos para que todo vaya según el plan»… Después de producciones televisivas como «The Gigolo», llega la ópera prima de la alemana Eliza Shroeder. Una feel-good movie, con aires esperanzadores, donde se aborda el amor, el optimismo, y las segundas oportunidades. Además, es una suerte de homenaje que realiza la directora a su madre ya fallecida, el cariño puesto en el proyecto deja al público un título amable y entretenido. «Una pastelería en Notting Hill» («Love Sarah»), es un drama con algo romance y una pizca de comedia, al estilo de esas clásicas cintas como «Como agua para chocolate» y «Una pastelería en Tokio», incluso con pequeños roces a «Chocolat», con un entrañable clima que nos hace recordar a «Notting Hill» y «Love actually». Luego de una tragedia se abre una brecha donde los caminos se vuelven a unir y reunir, lo que nace del infortunio crea un cordón hacia nuevas oportunidades. Decidida a cumplir el sueño de su difunta madre de abrir una pastelería en Notting Hill, la joven Clarissa (Shannon Tarbet) pide ayuda a la mejor amiga de su madre, Isabella (Shelley Conn), y a su excéntrica abuela, Mimi (Celia Imrie). Estas tres generaciones de mujeres necesitarán superar el dolor, las dudas y las diferencias para honrar el recuerdo de su amada Sarah (Candice Brown) mientras se embarcan en un viaje para establecer en Londres una tienda llena de amor, esperanza y coloridos pasteles. Una historia sencilla que deja un mensaje enternecedor sobre uniones y reconexiones, la lucha por aspiraciones y el amor imprevisto. Una exquisita fotografía que nos adentra en un relato agradable en que los sueños, la familia y el amor son protagonistas junto a un delineado correcto de personajes que ensamblan muy bien con la historia, de cómo se vive el duelo tras el fallecimiento de un ser querido. También habla sobre el arrepentimiento, sobre saber mirar alrededor y ver las necesidades de los demás. Celia Imrie está deslumbrante en su papel. El guion tiene todos los elementos necesarios para conformar un cálido drama entretenido con una profunda reflexión, a pesar de que sus personajes por momentos se tornan muy ligeros. Aun así su ritmo ameno nos regala un eficaz y grato film sobre relaciones interpersonales. Es una emotiva historia de superación de tres mujeres que consiguen vencer sus diferencias y aliarse para cumplir un sueño en común. Se hace foco en que los finales son apenas principios de un comienzo infinito, no darse por vencido, aunque las cosas no sucedan como se esperan, y que siempre hay un nuevo amanecer que nos ofrece una nueva oportunidad cada día de ir por aquello que tanto deseamos. Y que todo lo que se hace con amor se repliega más allá de nuestra propia existencia como permanencia, el amor vive en todo lo que hacemos dejando una huella, incluso cambiando la existencia de alguien más… a pesar de los clichés y una evidente falta de ambición narrativa está llena de amor, esperanza y color. En síntesis, «Una pastelería en Notting Hill» es una cinta sobre el dolor, el arrepentimiento, la superación y el amor. Cómo se continua después un hecho trágico e inesperado, la transición de ese duelo junto a una exploración mordaz y triste al mismo tiempo que esperanzadora. Una historia sencilla, fresca y llena de luminosidad. La película profundiza en ellos de forma positiva y alegre convirtiendo el relato en un drama «feel-good» sumamente placentero.
«Bamba danos fortuna y abundancia. Preferiría morir y que vos vivas, sos el dueño de las almas. Me llenos de vos. Me perfumo con tu esencia»… Tras algunos cortos experimentales, Andrés Guerberoff nos trae su primer largometraje sobre las desventuras que acarrea la inmigración y su fe. «Borom Taxi» narra la historia de Mountakha, un migrante senegalés recién llegado a Buenos Aires. En Dakar solía trabajar como camionero e intenta conseguir ese mismo empleo en la ciudad. Mientras trabaja como vendedor ambulante, se pregunta si su destino podría estar relacionado con la actuación, tras reunirse con un amigo senegalés quien le cuenta sobre la experiencia de haber filmado «Zama» de Lucrecia Martel, y cómo es el mundo de los castings para comerciales y películas. Las migraciones africanas subsaharianas hacia Sudamérica son un fenómeno en pleno desarrollo, debido a que sus habitantes huyen exclusivamente de la pobreza y de los regímenes dictatoriales. En el caso de Argentina, suceden desde mediados de la década de 2000. No hace mucho tiempo atrás se conoció «Estoy acá» («Mangui Fi»), el retrato de la amistad entre dos senegaleses que eligieron Argentina para construir un futuro mejor. Nuevamente se elige mostrar una temática similar para así visibilizar muchas situaciones de violencia y discriminación que suelen sufrir repetidamente. El documental relata la presencia senegalesa en nuestra región la cual no es nueva y cada vez está más en desarrollo. Una crónica que delinea la dificultad de adaptación y la búsqueda de un futuro mejor, con altas aspiraciones de mejorar sus condiciones de vida, así como las de su familia. La ópera prima de Guerberoff presenta un recorrido en primera persona por una realidad llena de inconvenientes e impedimentos de un senegalés recién llegado a Buenos Aires. Explora el día a día de Mountakha mientras se dedica a la venta callejera, soñando poder volver a manejar un camión aquí en Argentina como lo hacía en Dakar donde quedó su familia. Entre medio de toda esta búsqueda evalúa dedicarse a la actuación, tal vez una variable posible de un buen ingreso económico, algo que no pasa más de solo ser un pensamiento. El film recorre alegrías no concretadas, proyectos postergados, sentimientos de culpabilidad, los reclamos de su mujer; pero con una fe marcada y muy arraigada a pesar de no haberse cumplido parte de la meta impuesta. Aun así cree que Dios es grande, algo recurrentemente mencionado durante toda la cinta. Un retrato honesto, sin pretensiones, solo con el deseo de mostrar una realidad poco visible pero muy frecuente. Una fotografía adecuada ante una narrativa correcta sobre los acontecimientos que pasa el personaje en su cotidianidad. También vemos su preocupación y obsesión por el dinero, su profunda religiosidad junto la dinámica muy particular de la comunidad senegalesa. Siempre con varios pasajes de emotividad que no llegan a su máximo esplendor, pero destacando algunos que otros instantes breves ciertamente emotivos. En síntesis, «Borom Taxi» es una cinta enfocada en estudios observacionales sobre la adaptación inmigrante, que recorre la historia de un senegalés ante un camino de adversidades.
Es solo una llamada… «Ahora estás en mi mundo». «La llamada final» es una cinta dirigida por el actor, productor y director Timothy Woodward Jr. («24 horas») y protagonizada por los íconos del terror Lin Shaye, conocida por su papel de Elise Rainier en la franquicia de «Insidous» y Tobin Bell, por interpretar al genio maníaco John Jigsaw Kramer en «Saw». La película se sitúa en el otoño de 1987. Tras la inesperada muerte de una anciana sospechosa de ser bruja, un grupo de amigos que la atormentaba se ve obligado a llamar a un teléfono instalado en el interior del ataúd. Sin embargo, alguien al otro lado de la línea les contestará y les mostrará lo que es convertir su vida en un martirio. El film nos presenta una historia sencilla donde un grupo de adolescentes acusan a una anciana llamada Edith Cranston (Lin Shaye) de ser bruja tras la desaparición de una niña, y quienes la acosan constantemente, situación que llegó a tal punto que la mujer no soportó este hostigamiento, y aquí empieza el infierno desatando secretos muy oscuros. La nueva propuesta de miedo se bordea con un terror ochentero, un homenaje prácticamente a esta época rozándose con un cine clase B y algo de gore bastante light. Podríamos decir que es un film que llama a la nostalgia con notables referencias a la saga «Nightmare on Elm Street», pero vez de que el ente se meta a través de los sueños, usan un teléfono que induce una especie de hipnosis. La ambientación de la película se encuentra muy bien lograda, una narrativa apropiada, moderada, con matices oníricos para resaltar los calvarios de los protagonistas. Una trama clásica de venganza y persecución efectiva, con ciertas fisuras de guion pero que aún así la hacen bastante entretenida. Sí hay que decir que en un principio tiene un ritmo lento pretendiendo crear una atmósfera específica que incomode al espectador que luego de algún modo logra acomodarse de manera natural. La banda sonora de Samuel Joseph Smythe es muy eficaz junto al escenario que se plantea nos lleva a recordar películas como la franquicia «Viernes 13». Se recorre un terror psicológico y el screamer, lo cual hacen capte la atención del espectador. En cuanto al reparto, todos cumplen de forma justa, pero Lin Shaye y Tobin Bell se llevan los laureles en esta cinta. Hay un par de momentos realmente inquietantes o logrados, cayendo el resto en saco roto, a pesar de una interesante escena protagonizada por Bell. En síntesis, nos encontramos con una película correcta cuyo propósito no es más que un homenaje al cine de los ochenta sin caer en una parodia, no hay un nuevo aporte al género se deja ver y no molesta. «The Call» ofrece un buen entretenimiento sin ser tan macabra ni grotesca, al mismo tiempo que conmemora lo retro.
Una ciudad invisible, el sueño que no fue… Luego de «4 Lonkos» y «La muralla criolla», llega el tercer film del director Sebastián Díaz. Una propuesta que logra desentrañar los orígenes de la ciudad de La Plata. «La plata contada» es un documental que aborda la historia de la creación, desarrollo y declinación de la ciudad de La Plata, la Nueva Capital de la Provincia de Buenos Aires, fundada el 19 de noviembre de 1882 por el Gobernador Dardo Rocha, poniendo de relieve el rol fundamental de la Masonería en el diseño y concreción de tan singular espacio urbano. A través de testimonios de especialistas como un arquitecto, un historiador, entre otros, que mediante anécdotas, crónicas y documentos narra la historia política, urbanística y masónica de la ciudad de La Plata, en conjunto de una panorámica que le dan más énfasis al film, la utilización del travelling, el zoom in y zoom out hacen honor a la protagonista. La capital bonaerense ideada por Dardo Rocha, fruto directo de la federalización de Buenos Aires. Luego de la famosa revolución del 80’, Dardo Rocha tuvo un arreglo con Roca: Rocha aceleraba el proceso de entrega en el Senado de la Provincia y Roca lo ayudaba a ser gobernador. Cuando Rocha se hizo cargo del gobierno en 1881, lo primero que hizo fue mostrar un proyecto sobre la creación de una nueva capital y decidir que se construyera en las lomas de la Ensenada. El lugar fue elegido por las cercanías al único puerto natural que existía, pensando que haciendo un puerto importante La Plata iba a superar rápidamente a Buenos Aires. Pero La Plata es ese sueño incumplido, el sueño de una Buenos Aires regular, y que debido a su localización hizo que no prosperara de la manera que se buscaba, una ciudad comida por Buenos Aires debido a la cercanía. Rocha tenía como objetivo crear una gran ciudad, una gran megalópolis. Fue construida a una velocidad extraordinaria, su creación como desarrollo fue una obra monumental. Sin duda un hito de la arquitectura y del urbanismo argentino, sobre todo masónico porque la ciudad fue diseñada, construida y llevada adelante por un grupo de masones, aquellas personas que pertenecían a un movimiento ideológico que tomaban el compromiso de mejorarse a sí mismos a través de la creación y respeto de un vínculo de fraternidad. Estos integraban diferentes logias de la masonería argentina todas con sedes en Buenos Aires, dejando en el plano de La Plata las huellas de lo que serían los símbolos por excelencia de la masonería, sus ideas y aportes, además de otras simbologías presentes en el diseño, incluso en algunos edificios emblemáticos. Por esta razón es imposible separar la historia de La Plata de la masonería. El documental parte de los interrogantes: ¿Una logia creó la ciudad? ¿Por qué los edificios públicos eran más grandes que en el resto de Buenos Aires? ¿Quién la diseñó? ¿Existió la intención de colocar a esta ciudad como la próxima capital del país? Una cinta que invita a conocer el papel fundamental de la Masonería en el bosquejo, el simbolismo que hay dentro de él y la confección del espacio urbano. La búsqueda constante de superar a Buenos Aires, La Plata como un hito de la arquitectura y el urbanismo argentino. Y que contiene en su propio diseño las claves ocultas de su origen. En palabras del director: «Los misterios que rodean a la capital provincial son tan atractivos como equívocos. La Plata se ha forjado una leyenda que es preciso desentrañar». En síntesis, «La plata contada» es un film que aborda de forma muy interesante y entretenida los orígenes de la ciudad de las diagonales, aclara algunos mitos que rodean la fundación de la ciudad, para lo que lo estaba destinada y un futuro que no tuvo, pero merece ser patrimonio mundial por lo adelantada a su época, aunque es demasiado moderno para ser comprendida y a pesar de todo continúa siendo la ciudad cultural más clara de Argentina.
Mujeres combativas, una historia, tres relatos, la misma lucha. Regresar a ese momento cruel con gran valentía… «Nosotras también estuvimos» es un documental que aborda la estadía y transición de las enfermeras durante el conflicto en Malvinas. Luego de 37 años de silencio, Alicia Reynoso, Stella Morales y Ana Masitto regresan a contar sus historias. Dirigido por Federico Strifezzo, quien reconstruye aquella época de la Argentina mediante un ángulo más humano y menos histórico. En conmemoración del 39° aniversario del comienzo de la guerra de Malvinas, llega «Nosotras también estuvimos”, que tiene como protagonistas a enfermeras que participaron del conflicto en el Hospital Reubicable de Comodoro Rivadavia, realizando tareas de atención y evacuaciones aéreas. Alicia Reynoso, Stella Maris Morales y Ana Masitto son tres de aquellas 14 enfermeras. Cuentan sus vivencias en Comodoro Rivadavia, en el hospital situado junto a la pista de aterrizaje del aeropuerto, para recibir a los combatientes heridos en las islas. Mediante el abordaje de recuerdos contados en primera persona, a través de entrevistas, comparten una misma historia de una manera muy natural sin dejarse caer en la ficción. Desde una narrativa honesta y transparente se cuenta cómo fue incorporada la mujer en un período oscuro, su rol y propósito haciendo foco mediante un relato histórico oficial y patriarcal, quienes también fueron héroes de guerra. Se muestran las locaciones reales donde vivieron esos días cargados de recuerdos dolorosos, y se repasan las vivencias que las marcaron para siempre, en un contexto de machismo y discriminación que en esencia no ha cambiado. Durante la guerra de Malvinas 649 soldados argentinos murieron y más de mil resultaron heridos. Gran parte de ellos fueron atendidos por estas tres mujeres que casi cuatro décadas después rompen el silencio abriéndose al dolor guardado de una herida latente que aún se mantiene en nuestro presente, pero desde un lugar de conciencia, habiendo aprendido del mismo, algo que supieron reciclar y transformar para años posteriores: seguir con su profesión dentro de la salud, de una manera mucho más comprometida no solo como un deber sino desde un costado más humano. La película trata sobre la obligación, y entereza, tener, así como mantener la misma en determinados momentos de impactos sin decaerse ni quebrarse para poder seguir adelante. Situaciones muy dolorosas que te cambian, eligiendo uno de qué manera nos cambian. Enfermeras militares de guerra del 82’, 14 mujeres que se visibilizan a partir de su voz, conociéndose el acto heroico de todas a través de Alicia, Stella Maris y Ana. «Veteranas de guerra cumpliendo como enfermeras, que no estaban para disparar y matar, vinieron para curar y contener a los heridos que llegaban a la isla». Una historia invisibilizada que trae a la pantalla Federico Strifezzo, y quienes merecen ser reconocidas oficialmente como veteranas de guerra. En síntesis, «Nosotras también estuvimos» es la crónica de un momento desolador de la historia argentina, contada desde un lugar más emotivo, junto al rol de la mujer enfrentado con fortaleza y firmeza en aquella época. Un film a modo homenaje y de exponer la lucha de estas mujeres por ser reconocidas como veteranas.
En el intento de lo políticamente correcto que termina en risa… Secuela de un éxito de taquilla local «Dios mío ¿Pero qué te hemos hecho?» (2014), que se centraba en unos padres que ven cómo sus hijas se casan con candidatos de diferentes orígenes étnicos y religiones. Esta segunda parte la vuelven a escribir Guy Laurent y Philippe de Chauveron (quien también regresa a dirigir) y en el elenco tenemos caras conocidas de la película anterior, junto al gran Christian Clavier, el padre de familia al borde de un ataque de nervios. Isabelle (Frédérique Bel) se había casado con un musulmán, Rachid (Medi Sadoun), Odile (Julia Piaton) se había casado con un judío, David (Ary Abittan), Ségolène (Émilie Caen) había elegido a un hombre chino, Chao (Fréderic Chau), y su hija pequeña, había decidido casarse con Charles Koffi (Noom Diawara), un hombre de origen africano. La cinta fue localmente uno de esos éxitos sorpresivos y que basan su encanto en el boca a boca que siempre genera un momento agradable. Una comedia europea con pretensiones de pasatiempo. «Dios mío, ¿y ahora qué hemos hecho?» nos trae de vuelta a la familia Verneuil, luego de poner a prueba la tolerancia, más que nada del padre de la familia en la primera entrega. Ahora presenta una mentalidad más abierta. Pasado el tiempo, todas ellas tienen hijos, mientras que el de Laure está en camino. Los Verneuil están encantados con sus nietos y Claude Verneuil (Christian Clavier), el patriarca ya jubilado intenta no generar ninguna situación de conflicto. Tanto él como su mujer Marie Verneuil (Chantal Lauby) esperan poder disfrutar de una vida tranquila en su enorme casa en el campo, con visitas de su familia. Para los cuatro yernos la vida en Francia no va bien y están cansados del país entonces convencen a sus esposas de mudarse a sus respectivos lugares de origen. Es ahí cuando Claude y Marie, preocupados por llegar a tener lejos a su familia, idean un magnífico plan para convencer a Rachid, David, Chao y Charles de quedarse. Una agradable y pintoresca cinta francesa que mayormente se desarrolla de forma lenta, pero a medida que avanza compensa. Continúa la línea argumentativa de la primera entrega con crítica social, mismo tema, mismos personajes y una trama casi calcada. Varias de las situaciones que se presentan son muy cómicas pero nada novedosas, aún así son muy oportunas dentro de esta comedia familiar con un muy buen reparto eficaz (el elenco original de la película) que la vuelve amena y llevadera. Hace reír con diálogos y situaciones graciosas, que rozan el humor hilarante mediante chistes de racismo, inmigración, terrorismo y homosexualidad de una manera adecuada sin generar aspereza, ni mala intención. Philippe de Chauveron vuelve a sacarle partido a los clichés y el humor que exprimieron en la primera parte. Esta vez, con el añadido de la temática LGTB, que se une a esta gran amalgama de culturas. Cumple con creces su objetivo de amenizar. En síntesis, «Dios mío, ¿y ahora que hemos hecho?» es una propuesta que sigue el mensaje de tolerancia e igualdad como en la cinta anterior, dejando en evidencia que siempre en algunos momentos todos tenemos prejuicios hacia a otros y en definitiva no somos tan distintos como solemos pensar invitando a reflexionar sobre ello. Es entretenida y divertida, a pesar de los clichés como chistes demasiado trillados a los cuales recurre. Si tienen ganas de reírse, con esta familia disparatada pasarán un gran rato para desconectar y divertiste.
El amor es más fuerte… «Los años más bellos de una vida son los que aún no hemos vivo». «Los años más bellos de una vida» es secuela de «Un hombre y una mujer» (1966) que a su vez tuvo otra 20 años después. Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant inmortalizaron en pantalla el fervor de amor que traspasa los tiempos. Un hombre y una mujer, hace años, vivieron una historia de amor fulgurante, inesperada, atrapada en un paréntesis convertido en un mito. En la actualidad, él, antiguo piloto de carreras, se pierde un poco por los caminos de su memoria. Su hijo entonces intenta ayudarlo a encontrar a la mujer que su padre no supo guardar junto a él, pero a quien rememora continuamente. Entre encuentros y desencuentros. Lo que es para uno siempre vuelve… Anne (Anouk Aimée) y Jean-Louis Duroc (Jean-Louis Trintignant) dieron vida a un drama romántico tan seductor como cautivador, ese amor ilusionado que empieza a brotar entre el hombre y la mujer de una manera sencilla e intensa, sin ninguna complejidad, tan sólo dos viudos que intentan rehacer su vida. La esposa de Jean-Louis se había suicidado porque no soportaba los riesgos que él enfrentaba por su profesión de piloto de carreras, y el esposo de Anne había muerto por otro tipo de riesgos: era doble en películas de acción. Ella, sin poder despegar de su pasado, y él, no pudiendo ganar la única carrera que anhela, lograr llegar a Anne. Tiempo después la vida los lleva por distintas direcciones dejando un paréntesis en ese profundo amor que nunca desapareció. Entre recuerdos y sentimientos melancólicos, 50 años después sus caminos vuelven a juntarse. «Los años más bellos de una vida» son las cuentas pendientes con el amor, el perdón, y la reconciliación con el miedo, el paso del tiempo, la vida, la muerte, pero sobre todo ambos buscan dejarse llevar por ese temor contradictorio de lo gentil y frágil que puede volverte el amor, como lo terrorífico que puede tornarse querer. La película desgrana los entrañables misterios del afecto, donde el amor siempre es más fuerte. Un mito que revolucionó nuestra historia de ver el amor. En la actualidad, el antiguo piloto de carreras Jean-Louis vive en un hogar de ancianos, donde prefiere sentarse solo a soñar con tiempos que aún añora. Se ha ido apagando poco a poco, inmerso en un mundo donde su memoria lentamente se pierde, pero el recuerdo de aquella mujer que amó profundamente es lo único que se mantiene intacto en él, y es el único lazo de sensibilidad con la vida. Antoine, su hijo, decide contactar a Anne: «Tú eres su mejor recuerdo. ¿Iría a visitarle? Quizás le sentaría bien, a él y a su salud…». Nuevamente se encuentran ella intentando volverlo a conectar al vivir, él reconociéndola y no, donde su mirada se vuelve a colmar de luz, haciendo que sus vidas otra vez se unan y que ese paréntesis desaparezca. La cinta es un buen perfume francés, la exquisitez de la delicadeza y la ternura, donde la esencia y la personalidad radica en el amor como protagonista de unión, absolución y reconciliación. Nos encontramos con algunos flashbacks de las cintas anteriores, los cuales se entrelazan a la perfección en la culminación de esta tercera parte, reanudando aquel amor. Por eso, quienes no hayan visto las películas anteriores no tendrán problema para disfrutar este film. La profundidad en la vejez mezclado con el elemento de fantasía de no discernir entre realidad y creatividad de Jean-Louis le da dinamismo al largometraje. Posee diálogos inteligentes, logrando gran emotividad junto a unas actuaciones y fotografía maravillosas. Anouk Aimée y Jean-Louis Trintignant siguen derrochando una química con ese romanticismo francés tan peculiar. Una banda sonora que le da un bordeo exacto, volviendo atemporal la historia de amor. Y esa secuencia de montaje hacia el final en la que se fusionan sonido, música e imágenes de las tres películas es simplemente estupendo. En síntesis, «Los años más bellos de una vida» es un vibrante viaje emocional de una historia de amor que se impregna sin aviso en la retina del espectador para mostrar cómo el deterioro del tiempo nunca deshace lo más importante en el ser humano, el amor. Un film conmovedor, optimista, colorido que expone los estragos de los miedos y la soledad, dejando en claro que nunca es tarde ni hay tiempo perdido cuando se trata de amar.
¿Si estuvieras en mi lugar firmarías el acuerdo? El cineasta franco-griego Costa-Gavras, creador de «Lumière y Compañía» (1995) y «Desaparecidos» (1982) nos trae su largometraje número diecinueve, un apasionante relato sobre la búsqueda de liberación económica de Grecia en 2015 y lo que tuvo que transitar Yanis Varoufakis, el entonces ministro de finanzas en el gobierno de Alexis Tsipras. «Durante 7 años los griegos vivieron bajo el peso de una deuda abrumadora. La elección de un nuevo gobierno representa la esperanza de la prisión de la deuda». Basada en la novela «Adults in the Room: My Battle With Europe’s Deep Establishment», la película se centra en el rescate financiero de Grecia en el año 2015 y la situación a la que Yanis Varoufakis tuvo que enfrentarse. Las falsas garantías e intimidaciones que recibió por parte del resto del gobierno, mientras que el partido de izquierdas tomaba el control de Siria, fueron algunas de las presiones a las que el Ministro de Finanzas tuvo que hacer frente en aquel año. «A puertas cerradas» está centrada en los primeros meses del nuevo gobierno, y las complicadas negociaciones del salvamento de Grecia ante un sistema económico en crisis. Una lucha encabezada por Yanis Varoufakis (Christos Loulis), ministro de finanzas, que muestra las tensas reuniones del Eurogrupo, junto a diversos organismos económicos como el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea que impone a Grecia la austeridad, donde la humanidad y la compasión son ignoradas. Dos hombres traen nuevas esperanzas para Grecia con el objetivo de lograr el resurgimiento y crecimiento del país e intentando renegociar la reconstrucción de la deuda buscando absolver parte de ella y así poner fin a la austeridad. Varoufakis lleva sus propuestas para salir de la crisis humanitaria con reformas para combatir la corrupción y los privilegios de la oligarquía, pero nadie estaba dispuesto a ceder si ello implicaba una baja del capital. Un guion magnífico, plasmado con teatralidad impactante, una fluidez narrativa brillante y escenas reveladoras que nos adentran, mediante profundidad y tenacidad, tanto en los blancos como los negros de la política. Un drama punzante con algunos tintes de suspenso, donde la trama se desarrolla de forma muy inteligente ante el enfrentamiento del gobierno griego con la Unión Europea. La interpretación tan sólida, eficaz y convincente de Christos Loulis es de un disfrute inolvidable. Es admirable la firmeza, la persistencia de un independiente en la política tan patriota que cala hasta lo más hondo y que muestra su batalla mientras trata de hacer todo lo posible para aplastarlos. Todo esto albergado dentro de una atmósfera opresiva y tenaz que ofrece la cinta de principio a fin. Para aquellos interesados en la política degustarán una cinta magistral, la cual no acentúa una postura, no toma partido por Varoufakis o por aquellos en el gabinete que tenían otras ideas, sino que trata de estar cerca de la realidad. Incluso mantiene muchos puntos en común con la historia de Argentina. Es muy interesante cómo trabajan los países europeos con esto, de una manera muy negativa, tienen el dinero y no se preocupan si el pueblo sufre o no, y sólo quieren que vuelva a sus arcas sin importar nada. En síntesis, «A puertas cerradas» es un drama basado en hechos reales atrapante sobre una problemática muy específica que retrata los extremos esfuerzos ante debates y discusiones para salvar a Grecia de la ruina financiera. Una película potente, entretenida, didáctica, que expone la situación económica y política del país desde una perspectiva muy filosa.
Una culpabilidad que no lo deja en paz y una oportunidad para redimir… Nunca subestimes el valor de un hombre que no tiene nada que perder… Robert Lorenz, productor conocido por sus colaboraciones con Clint Eastwood, regresa a la industria cinematográfica con un film que te mantendrá al borde de la butaca. Bajo su dirección, «El Protector» se centra en un ranchero y ex francotirador de la Marina Jim Hanson (Liam Neeson) que vive en una ciudad fronteriza de Arizona y se convierte en el improbable defensor de un niño mexicano Miguel (Jacob Pérez) que huye desesperadamente de los asesinos del cartel liderado por Mauricio (Juan Pablo Raba), que lo han perseguido hasta Estados Unidos. Cuando el joven Miguel y su madre Rosa (Teresa Ruiz) deben huir de México luego de que el hermano de Rosa robara dinero del cartel, cruzan la frontera de Arizona hacia el futuro, pero aquí es donde la odisea de Miguel comienza. Durante una patrulla de rutina, Jim, quien debe notificar sobre intrusos en su territorio, será quien deba salvar al niño. Por un lado, un ranchero de Arizona está atravesando tiempos difíciles; es un viudo y alcohólico que aun lidia con la muerte de su mujer. Por el otro, un niño de 11 años callado y afligido que acaba de perder a su madre. Dos tragedias se unen en un vínculo de salvación. El veterano de guerra por azares del destino tiene la oportunidad de compensar el sentimiento de culpa tras su pérdida, resguardando y salvando al muchacho. Un relato que presenta la búsqueda del perdón, la presencia de la fe y la consolidación del valor. La dinámica que va forjándose en el transcurso del viaje entre Neeson y Pérez se vuelve muy acogedora. Si bien es un thriller de acción con varios clichés, ingresa dentro de los clásicos con gran perspicacia. La película nos ofrece una seductora persecución, una atmósfera de inquietud e imágenes impactantes y crudamente hermosas. El elenco, en su conjunto, hace un buen trabajo al crear personajes completamente dimensionales; nadie es un héroe, nadie es del todo malo. El delineado de personajes es más que certero. Un despiadado Juan Pablo Raba que se complementa a la perfección con el experimentado Neeson en el género, originando un balance eficiente para no despegar de la pantalla. Una obra sólida dentro de su filmografía. Esta también será una de las últimas películas en las que participe el actor Liam Neeson, ya que ha declarado: «Hay un par de películas más que voy a hacer este año, si el coronavirus nos lo permite, probablemente sea hasta ahí». La película presenta una mezcla de elementos con «Taken» y «La mula», que hacen un producto sumamente entretenido donde el ritmo no decae y el enganche con la cinta crece. Ver a un ex integrante del Cuerpo de los Marines traumatizado por sus experiencias y recuerdos acosado por unos narcotraficantes, es un conflicto definitivamente atractivo para la trama. En síntesis, «El Protector» es una historia de poder, venganza y los códigos que posee cada hombre. Un film furtivamente con mucho corazón, donde tras toda la acción, hay una búsqueda de redención.