Me tocó reseñar la primera entrega de esta serie, la original «Qu’est-ce qu’on a fait au Bon Dieu?» (2014), título que Philippe de Chauveron presentó en su tierra con gran éxito hace un tiempo. Lo destacado de la propuesta era la crítica social que hacía sobre cómo era vivida la inmigración en Francia, clave jugada en tono de comedia sagaz, en la cual las mayoritarias comunidades extranjeras, estaban representadas en la piel de los yernos elegidos por las hijas del protagonista.
Enmarcada en la misma situación, con algunos pequeños cambios cosméticos, la segunda entrega de dicho film sigue siendo la misma. Es decir, busca generar humor a partir de estereotipos y prejuicios domésticos varios, algunos punzantes y otros más livianos. Claude (Christian Clavier) y Marie (Chantal Lauby) siguen al frente de una numerosa familia en la cual, los maridos de las hijas poseen varias ascendencias y en sus propias palabras, se les hace cada día más difícil vivir en el país galo. ¿Las razones?
Un poco de todo, pero «Qu’est-ce qu’on a encore fait au bon Dieu?» en esta oportunidad peca por intentar repetir la fórmula anterior, con un nivel similar de gags que apenas llegan a ser simpáticos pero no mucho más. Se nota la intención clara de hacer una película coral, donde cada pareja tenga algunas líneas de lucimiento, aunque debemos decir que el resultado es más desparejo que en el primer capítulo.
La simpatía de los personajes secundarios (Frédéric Chau, Noom Diawara, Ary Abittan y siguen las firmas) junto a las hijas de la pareja (la deliciosa Frédérique Bel y la divertida Émilie Caen sin dudas entre las destacadas) es colorida, pero no posee el ritmo que debería tener una comedia frenética enmarcada en esta propuesta.
La trama presenta la jubilación de Claude, su proceso de reconversión «laboral» (o justamente, no tenerlo!) y la noticia de que un viejo amigo (ya conocido por todos), le solicita la casa (caserón en realidad) para realizar una boda. Claro, la misma no es lo que la gente espera… Y sin anticipar nada más podemos decir que Chaveuron se intenta desafiar a sí mismo en este film, abriendo su abanico a otros temas sociales importantes (el matrimonio igualitario, en términos de la aceptación familiar), con suerte dispar.
Si bien las intenciones son buenas y se percibe un aire constructivo en la historia, lo cierto es que «Dios mío, ¿qué te hemos hecho… ahora?» no cumple las expectativas previas. Sin embargo, debe reconocérsele una búsqueda por visibilizar ciertas cuestiones (por más que lo ubique dentro de una burguesía francesa que puede «digerirlo»), valiosa y constante, donde el humor quizás no de la talla, pero no quita el sentido con el que se pensó esta producción.
En síntesis, una oportunidad para ver cómo en el primer mundo se abordan los conflictos étnicos desde una perspectiva amena pero no hilarante.