Interesante largometraje que combina gran cantidad de efectos técnicos con un argumento al estilo de las tragedias griegas. En este caso son Dioses y no se perdonan nada.
Tienen forma de humanos gigantes, y si lo desean se transforman en increíbles figuras aladas que tienen enorme poder. Por ejemplo: lanzan fuego o provocan temibles vientos de arena. Si sangran no es color rojo, es color oro. Hay de los Dioses buenos (o no tanto) y Dioses malos (muy malos, ambiciosos, codiciosos, resentidos de su vida… como Dioses). No solo entramos en el mundo de Ellos, también en el mundo de los vivos y el de los muertos. El mal y el bien están presentes siempre.
Todo esto ocurre en el valle del Nilo, y el pueblo es de humanos que se ven sometidos a su Rey Dios y a sus peleas entre Dioses. En los pueblerinos se esta gestando una historia de amor. Dos pobres esclavos se enamoran. Ganara el amor ante tanta guerra? Quién puede salvar ese mundo?
El verosímil de una película es lo que le permite al espectador creer que lo que esta viendo es “verdad” o tranquilamente puede serlo. Y los primeros diez minutos de todo film son fundamentales para que el espectador “compre” la película y se permita adentrar en ese viaje que le proponen los realizadores.
Dioses de Egipto cumple con esas dos premisas. Mucha acción, lucha, aventura, traición, amor, el bien y el mal. Alta combinación para pasar 127 minutos agarrados a la butaca, con historia, con moraleja y con final.