Sin Al Pacino era una película más, eso está claro desde un principio. Pero Danny Collins logró encontrar en él todo el carisma que necesita para convertirse en una tierna película para ver en familia.
Inspirada en una historia real (o casi real), Al Pacino interpreta al envejecido rockero de los 70s Danny Collins, que no puede renunciar a su vida llena de excesos. Pero cuando su manager (Christopher Plummer) le descubre una carta sin entregar que le escribió John Lennon hace 40 años atrás, decide cambiar de rumbo y embarcarse en un inspirador viaje para redescubrir a su familia, encontrar el amor verdadero y comenzar un segundo acto.
En español tradujeron su título como “Directo al corazón” y, la verdad, que le erraron feo. Danny Collins es eso, Danny Collins, no hace falta traducción. Es el ocaso de un exitoso cantante que decide reinventarse, o buscar por otro camino, o recuperar aquello que perdió con la fama y no todo le sale bien. Claro que no, no todo puede ser color de rosa.
La trama de la peli es bastante simple, además de previsible, pero eso no importa porque Al Pacino nos cautiva con su “Hey, baby doll” y ese movimiento de caderas tan divertido. A eso le sumamos a Christopher Plumber como su manager y ya está, hay que mirarla.
Qué más tiene esta peli? Una linda banda sonora, y una actriz jovencita que interpreta a la nieta de Danny Collins (Giselle Eisenberg) que se roba muchas escenas.
Danny Collins no es la mejor película del año, pero nos hace pasar un buen rato y volver a admirar a ese entrañable Al Pacino, tan versátil y carismático.