Pacino, el rockero
Al Pacino viene, vaya novedad, volando bajito desde hace unos cuantos años (¿décadas?). Ya lejos del prestigio de antaño, el protagonista de El padrino, Sérpico, Tarde de perros, Cruising y Scarface encadenó una sucesión de películas mediocres. Sin ser una maravilla, ni mucho menos, Directo al corazón es una pequeña muestra del talento en aparente extinción de Pacino.
El protagonista es Danny Collins, un rocker en decadencia que vive de los éxitos cosechados mucho tiempo atrás (cualquier similitud con el actor que lo interpreta no es pura casualidad) y al que ni siquiera su bien nivel de vida puede taparle la angustia existencial. Para colmo, su manager y amigo (Christopher Plummer) le hace un regalo muy especial: una carta dirigida a él escrita treinta años atrás por el mismísimo John Lennon en la que le aconsejaba que siguiera su voz artística, más allá del éxito económico. Collins, queda claro, adoptó otro camino, por lo que intentará retomar aquella senda viajando a Nueva Jersey, donde vive un hijo al que nunca conoció.
Es cierto que la sinopsis invita a pensar en una de las tantas comedias geriátricas centradas en los avatares de la vejez que han pasado por la cartelera en los últimos años, más aún si se tiene en cuenta que el director debutante Dan Fogelman venía de guionar Último viaje a Las Vegas. Pero el film siempre apuesta más al humor que a la moraleja y luce genuinamente preocupada por la suerte de sus personajes, comprendiéndolos sin jamás juzgarlos. Así, aun en su previsibilidad, Directo al corazón se convierte en una propuesta aceptable, una muestro de todo aquello que Pacino todavía puede dar.