Más que una biopic, Disco de oro es un abierto homenaje a Neil Bogart, en los años 60 cantante profesional y luego fundador del sello discográfico Casablanca Records, que trabajó con artistas famosos como Kiss, Bill Whiters, Donna Summer y Village People.
El protagonista de esta historia murió en 1982, cuando tenía apenas 39 años y es su hijo, Timothy Scott Bogart, quien se hizo cargo de recordarlo a través de una película de claro tono devocional -al borde de la hagiografía, incluso- que cuenta cómo el hijo de un humilde cartero de Brooklyn se convirtió en el creador del sello independiente más exitoso de la historia de la industria musical estadounidense.
La vida de Bogart estuvo marcada por logros y excesos, pero el film pone el foco en la parte más amable de ese recorrido, acumulando información a un ritmo vertiginoso y combinándola con buenos pasajes musicales y grandilocuentes escenas de ficción imaginadas para edificar la leyenda, como la inicial, con un Bogart extasiado que consigue un trato con Buddah Records para lanzar “Oh Happy Day”, el primer single de la historia que cruzó gospel y pop, mientras se suma a una coreografía perfecta en una iglesia repleta de fieles afroamericanos.
Fogueado en varios musicales de Broadway, Jeremy Jordan interpreta el papel principal con el énfasis que exige la actuación en un escenario teatral y remarcando el perfil de emprendedor lúcido y arriesgado que es capaz de detectar grandes negocios, sostener por mucho tiempo dos relaciones sentimentales paralelas y ser un amor con sus empleados.