Muchos conocemos a las bandas de las cuales se encargó la discográfica independiente Casablanca, cantamos y bailamos sus hits. Pero seguramente nadie escuchó jamás el nombre de Neil Bogart, la persona detrás de todos los discos de oro. “Disco de oro” es la biopic de este hombre, dirigida por uno de sus hijos, Timothy Scott Bogart. Aterriza hoy mismo, jueves 1 de junio en la cartelera de todos los cines.
A priori la vida de Neil Bogart no nos dice nada. Pero cuando indagamos y vemos que fundó el sello Casablanca Records comienza a ponerse interesante. Entre otras cosas se encargaron de llevar a Kiss a lo más alto de la música rock y sacar la gran mayoría de los hits de la música disco, por no decir que inventaron el género. Con más globos de oro que años de vida en este mundo, Neil es un pilar oculto de la música tal cual la conocemos.
Hollywood tiene una obsesión por dedicarle películas a personas cuyos logros no recibieron la atención suficiente en su momento. Y muchas suelen derivar en un gran éxito económico. Una persona de clase media consigue salir del barrio en que nació y hacer mucho dinero a base de trabajo y dedicación. ¡Viva la meritocracia! Sin embargo, detrás siempre hay alguien con grandes bolsillos subvencionando los sueños del protagonista.
Suelen ser historias interesantes. Pero en este caso el montaje hace que todo sea algo confuso. Va y vuelve en el tiempo de manera desordenada durante toda la primera mitad. Se utilizan muchas puestas digitales que tampoco están bien logradas, se notan falsas y baratas. Además el arco del personaje siempre está atravesado por el dinero y nunca se explica exactamente en qué lo gastan o como lo invierte. Para el momento en que debemos empatizar, el sentimiento de aversión predomina.
Dentro de un género donde con poco se puede hacer mucho, “Disco de oro” de Timothy Scott Bogart se queda corto. De extensa duración, arcos narrativos débiles y algunos golpes bajos atentando a la emoción del espectador. No deja de entretener de todas maneras. Sin embargo carece de la épica suficiente para ser una historia memorable.