Las biopics musicales son parte de otro subgénero muy explotado en la actualidad que está llegando al borde del agotamiento. En los últimos años hemos visto varios intentos por llevar la vida de artistas destacados a la pantalla grande, con grandes desaciertos como «Bohemian Rhapsody» (2018), «The Dirt» (2019) y la reciente «I Wanna Dance with Somebody» (2022), y otros intentos algo más logrados como «Rocketman» (2019) y «Elvis» (2022). En el medio hubo un montón de ejemplos más que no lograron trascender demasiado ni homenajear a las figuras que representaban. Lo cierto es que al igual que está pasando con las películas de superhéroes, la enorme cantidad que recibimos últimamente de estos tipos de relatos sumados a la familiaridad de temas que abordan y las estructuras narrativas que repiten hasta el hartazgo logran fatigar al espectador.
«Disco de Oro» («Spinning Gold» en su título original) tenía el potencial de ser algo distinto, pero lamentablemente terminó cayendo en la misma bolsa de lugares comunes del género, logrando agregar poca novedad a la cuestión. El largometraje narra la vida de Neil Bogart, un músico frustrado devenido en productor musical que fue el fundador de Casablanca Records en 1974, una de las compañías discográficas independientes más exitosas de todos los tiempos. A dicho sello se le atribuye el descubrimiento y cuidado de algunas de las mayores estrellas de la música. KISS, Parliament, Donna Summer y The Village People son sólo algunos de los grupos y cantantes que estaban en la lista de Casablanca, contribuyendo bastante a la escena musical y al sonido de los años 70.
Timothy Scott Bogart, hijo del productor a quien retrata en la película, busca contar las idas y vueltas de Neil, sus miles de intentos antes de lograr el éxito, la fama y la fortuna. No obstante, el principal problema de la película radica en que usa exactamente los mismos ejes temáticos y clichés que la mayoría de las películas del estilo. Un joven que proviene de una familia humilde busca triunfar en una industria impiadosa, se enamora e intenta formar una familia con «la mujer de su vida» Beth (Michelle Monaghan), pretende alcanzar el sueño americano, prueba mil veces y entra en círculo de deudas y drogas, conoce a otra mujer que pone en jaque su vida familiar, alcanza el éxito, etc.
Por otro lado, la mirada benevolente y condicionada del director llevan a que se construya un relato sensible pero sumamente partidario y condescendiente con la figura de su padre. Asimismo, el film incurre en la inclusión de varios personajes, tales como los socios del productor, sus familiares y los artistas a los que representa y no se termina de profundizar lo suficiente en las subtramas de ellos más allá de tener el tiempo como para hacerlo (137 minutos). De hecho, el segundo acto se torna algo repetitivo mostrando los diversos y reiterados fracasos del personaje principal pero no se ahonda en la deuda que tiene con la mafia, los problemas de sus colegas o incluso no se terminan de acentuar sus temas familiares. Los conflictos se terminan abordando de forma superficial para terminar de construir la búsqueda de ese sueño americano que tanto sugiere desde el inicio.
Probablemente hubiese sido más original y hasta acertado seguir con el tono de la primera secuencia donde se insinúa que podríamos estar ante un musical, pero después termina cayendo en la pereza del drama biográfico estereotipado.
«Disco de Oro» tiene una historia interesante (y algunas buenas ideas) detrás pero no termina de materializarse debido a la gran cantidad de lugares comunes que posee. Jeremy Jordan logra redondear un gran trabajo como el protagonista de la película, al igual que sus colegas en los roles secundarios, aunque en líneas generales la película termina sintiéndose algo indulgente y anodina. Solo queda la música que celebra y algunos momentos atractivos con los artistas responsables de esas canciones tan icónicas de los 70.