Inquietante metáfora sobre los miedos de la maternidad
La hipnótica película basada en la homónima novela de terror psicológico de Samanta Schweblin llega este miércoles a Netflix.
Distancia de rescate empieza con una escena desconcertante. Un diálogo cortado, poco entendible y angustiante, adentra al espectador a un universo tenebroso y plagado de simbología inquietante. Basada en la novela de terror psicológico de Samanta Schweblin, la película de la cineasta peruana Claudia Llosa hurga en los miedos más profundos de la maternidad y crea una atmósfera de realismo mágico hipnótica y calculada, en donde cada detalle cuenta, nada está librado al azar.
La historia presenta a Amanda (María Valverde) quien pasa las vacaciones en un tranquilo pueblo argentino con su hija, Nina. Siempre preocupada por el bienestar de su pequeña, calcula constantemente la distancia de rescate necesaria para protegerla. La llegada de la escalofriante y sensual Carola -presa de secretos que es mejor no desvelar- desata un vaivén de emociones en las recién llegadas, que muy pronto caerán sumidas en la desesperación que produce el tenebroso escenario rural y sus habitantes.
Sin ánimo de adelantar la raíz de los problemas que dan sentido al suspenso creciente de la trama, es preciso adelantar que no se trata de una película "para ser entendida" sino de una para ser gozada. Distancia de rescate es una experiencia sensorial entretenida (si a este crítico se lo apura un poco, la mejor producción argentina de Netflix de este año) y una metáfora desgarradora de los terrores de la maternidad.
Si hay algo de carácter soberbio es la tensión generada entre María Valverde y Dolores Fonzi. Entregan todo y más al punto de llevarnos a cuestionar la verdadera naturaleza de sus personajes. Distancia de rescate no es para nada convencional y eso se agradece a cada minuto, más teniendo en cuenta la búsqueda y el estilo de tanques pochocleros a los que suele acostumbrarnos Netflix.