Lejos de sentirse como un soplo de aire fresco, Divergente comete los torpes errores de una pelicula que inicia una saga, y no aprende de traspiés como la reciente secuela Catching Fire lo hizo para con la saga The Hunger Games. Si, desde el comienzo vamos a sacarnos de encima lo obvio y decir que Divergente es la hermana menor de la saga de Katniss, la hija bastarda podriamos decir. Pudiendo haber volado cerca de su colega fílmica, el film de Neil Burger recicla los peores elementos de la distopía de Panem, y aúna cuestionables rasgos de hasta Harry Potter y la edulcorada Twilight - dato importante: el estudio Summit es ahora la dueña y productora tanto de Divergente como de Hunger Games y la tetralogía vampirica luminosa.
Dentro del caótico mundo que presenta una ciudad derruida por una guerra de la cual nunca se sabe que tan masiva resultó, distintas facciones representan una sociedad igualitaria. Por un lado están los pacíficos que viven felices en sus granjas, los inteligentes que observan desde su posición elevada en la sociedad, los justos que siempre dicen la verdad, los alegres agentes que comportan las fuerzas policiacas y los grises abnegados que dirigen la coyuntura politica de todos los grupos en general. Para los no lectores, la mitología está bien resuelta, de una manera sencilla que se puede seguir sin problemas, pero los problemas de la novela de Veronica Roth poco y nada pueden disfrazarlos una guionista tan interesante como Vanessa Taylor y un mediocre como Evan Dougherty, quien tiene en su haber guiones de la decepcionante Snow White and the Huntsman y las proximas Teenage Mutant Ninja Turtles y G.I. Joe 3.
No es culpa de Shailene Woodley, una excelente actriz joven que se carga una tortuosa duración de casi dos horas y media en sus hombros componiendo una tímida y casi inexpresiva jovencita, con menos personalidad que una moneda de veinticinco centavos - en papel, iamgino - pero que en la piel de Woodley cobra un carisma que satisface y genera el único pilar con el cual se soporta la película. Mas allá de rodearse de estrellas tanto maduras como jóvenes, el elenco de Divergente palidece al lado de la luz de la protagonista. Ni Ashley Judd ni Tony Goldwyn sugieren un conflicto mayor como los patriarcas de Tris, ni el papel de villana le sienta bien a una terriblemente desperdiciada Kate Winslet, que poco y nada puede hacer para levantar la historia demasiado lineal. Los jóvenes salen mejor parados, con una atractiva Zoe Kravitz como la mejor amiga, ó Milles Teller como el fanfarrón del grupo ó Ansel Egort como el compungido hermano,dupla que volverá a repetir en la edulcorada The Fault in Our Stars.
Seguirle buscando detalles que eleven el nivel de Divergente es difícil,cuando claramente el sector demográfico al cual apunta es el preadolescente, ávido de ideas masticadas y subrayadas al extremo, donde las sorpresas escasean y todo lo que tiene que salir bien, sale bien. El peligro le es esquivo a la película, nada promete situaciones riesgosas o duda en la platea en general, pero sí hay una profusión de escenas donde la banda de sonido pide a gritos ser comprada a la salida de la sala. La pérdida no es total, ya que al menos ciertos pasajes donde el férreo entrenamiento al que son sometidos la facción Osadía despiertan el interés lo suficiente como para no caer dormidos en el acto y esperar la siguiente etapa de la historia.
Con la tenebrosa idea de tres películas en un futuro, el último libro de la saga dividido en dos como dicta la costumbre de hoy en día, hay un presagio bastante dificultoso en el horizonte para Divergente. Con un final que no augura una buena promesa para la inminente secuela, será difícil saber que le deparará en unos años a la historia, cuyas aristas están gastadas totalmente al final de esta entrega. ¿Podrá Shailene mantener a flote un barco a punto de zozobrar? Lo sabremos para cuando llegue a los cines Insurgente en Marzo de 2015. Mientras tanto, acá estaremos a la espera de que una entrega inicial insuficiente sea motivo para replantearse encarar todos los aspectos de lo que sigue de una manera responsable.