"Encadenen a Tarantino"
Después de años de meditarlo seriamente finalmente me atrevo a decirlo: Tengo un problema con Tarantino y es que me está cayendo tremendamente pesado en sus últimas producciones.
Luego de la magnífica “Kill Bill” y de las mejores películas de su filmografía “Perros de la calle” (para mí la mejor de todas), “Pulp Fiction” y “Jackie Brown” el realizador más original, violento y políticamente incorrecto del cine norteamericano se convirtió en una caricatura de sí mismo.
Desde que hizo la somnífera y aburrida “Death Proof” y consiguió un éxito desmedido por la correcta (pero lejos de ser perfecta) “Bastardos sin Gloria”, Tarantino tiene los humos subidos hasta la cabeza y se cree lo suficientemente grande para hacer lo que se le cante en el cine, sabiendo que el público y la prensa van a seguir alabando sus producciones pase lo que pase.
La verdadera y tangible realidad de esto último es que el público más fiel que Tarantino viene acumulando gracias a sus más recientes trabajos es un grupo de adolescentes y jóvenes que tienen desconocimiento total de la obra a la que hace referencia el realizador y por lo tanto no pasan a conocerla gracias a él, sino que directamente se la atribuyen como si fuera completamente suya.
Por eso que haya espectadores que salgan de ver “Django Desencadenado” y hablen maravillas, por ejemplo, de la banda sonora del film sin saber quiénes son Luis Bacalov, Riz Ortolani, Jerry Goldsmith y Ennio Morricone es algo que como cinéfilo te altera por completo.
Ni hablar cuando estas mismas personas piensan que Django es un personaje salido de la cabeza de Tarantino y omiten sus más de 45 años de existencia y los más de 12 grandes actores que lo interpretaron a lo largo de ese tiempo, entre los que se encuentran iconos del verdadero Spaghetti Western como Franco Nero, Terrence Hill y Antonio de Teffe.
Que pase esto a Tarantino le encanta, como así también que gran parte de la prensa lo siga tildando como “original”,” atrevido” y “autor clásico”, cuando en realidad ya es un realizador que viene hablando de lo mismo (la venganza) desde hace 21 años y no tiene intención de cambiarlo.
Ojo: Hay directores que supieron hacer una excelente carrera por hablar siempre de lo mismo, pero en el caso de Tarantino resulta absurdo e irónico que un director al que se lo considera tan talentoso (y en cierto punto el sabe que lo es) se quede estancado en ese círculo de “falsa” seguridad para mostrar cada vez menos destellos de su calidad.
Por eso hasta aquí llegue: Yo no compro más bajo ningún punto de vista ver 165 minutos de verborragia repetida, personajes calcados de otras películas suyas, violencia desmedida que se utiliza como elemento de humor y el mismo esquema argumental que solo cambia de personajes y de época película tras película.
“Django Desencadenado” es innecesariamente larga, lo cual le hace perder ritmo y deja a la vista sus dos grandes errores: en primer lugar el hecho de tener un personaje secundario (Chris Waltz) más interesante que su protagonista (Jamie Foxx) y sus patéticos villanos (Samuel L. Jackson y Leonardo Di Caprio).
En segundo lugar su guión, que también gira una y mil veces sobre diferentes situaciones (algunas muy divertidas, es cierto) pero ninguna de estas terminan siendo necesarias para convertir al producto final en algo interesante.
Las últimas películas de Tarantino perdieron esa dosis de suspenso que solían ser clave y caracterizaban a sus primeras producciones.
Nuevamente la fotografía de Robert Richardson, la dirección de arte de David Klassen y los vestuarios de Sharen Davis son puntos altos en una película se infla y se desinfla constantemente a medida que avanza el relato, dejando en evidencia que Tarantino perdió por completo el buen pulso que lo definía.
Proba ir al baño mientras ves esta peli y vas a ver que cuando vuelvas no pasó nada significativo e impredecible en el relato, lo cual habla brutalmente de la calidad del mismo.
Pensé que Tarantino no podía caer más bajo después de “Death Proof”, pero se esmeró bastante y aquí está su trabajo más aburrido e insignificante hasta la fecha.