Dóberman

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Dóberman es la adaptación cinematográfica de la obra de teatro del mismo nombre. Sin esta información igual queda claro su vínculo con el teatro, en particular por la ausencia de un personaje que es el centro de gran parte de la trama. A medida que pasan los minutos se nota como está forzado el guión para desarrollarse como una larga escena con dos protagonistas.

Es una tarde de siesta en las afueras de la ciudad, una mujer llamada Mercedes habla por teléfono mientras prepara una salsa para las pastas que comerá junto con su hijo. El joven está viniendo y el dóberman del título es su perro. Por el mismo barrio otra mujer llamada Mirna anda en bicicleta, pronto sabremos hacia donde se dirige.

Cada escena de la película se alarga mucho, intencionalmente, claro. Pero esa extensión produce irritación más que interés. Sabemos que se intenta describir un mundo cotidiano a la vez que se nos va a dando información que conduzca al anunciadísimo final de la película.

Pero el exceso en la duración de las escenas en tiempo real termina jugándole en contra a una película tan teatral en su guión que agota. Más allá de la utilización de toda clase de trucos para darle aire cinematográfico, la historia no solo se sigue viendo teatral, sino que además representa un teatro que tampoco es interesante.