“Doctor Strange 2: en el Multiverso de la Locura”, la esperadísima película del Universo Cinemático de Marvel, ya aterrizó en los cines protagonizada por Benedict Cumberbatch y Elizabeth Olsen.
Una joven llamada América es perseguida por toda clase de monstruos y figuras tenebrosas invocadas por un ser maligno, que al parecer, se encuentra en otro Universo. El Doctor Strange (Cumberbatch), para intentar ayudarla, busca la fuente de tales maldiciones, para proteger, no solo a la chica, sino al poder que ella tiene, que afecta la estabilidad del Multiverso. Mientras tanto, reviven emociones, tanto del Dr. Strange como de Wanda (Olsen), ambos llevando adelante un duelo por “lo que no pudo ser” de sus vidas. Ellos deberán evitar que el dolor que atraviesan nuble sus juicios y desestabilice la realidad que habitan.
La dirección, llevada a cabo por Sam Raimi (apreciado también por dirigir las primeras “Spider-Man” con Tobey Maguire), da significado al título del film. La forma en que se cuenta la historia es impactante, orgánica, usando imágenes y estéticas memorables, que nos hacen viajar por más de un universo. Tener un concepto tan abstracto como una de las premisas principales de la trama da lugar a la exploración, y esto es bastante bien explotado. Los viajes a través del Multiverso que muestra Raimi a veces nos marean pero el espectador siempre cuenta con recursos que permiten seguir adecuadamente la historia y ubicarse. Esto es lo más valorable de la película, junto con los recursos gráficos que se utilizan.
El gran problema de esta película es el guion, que se siente apurado o facilitado a propósito. Se encuentran soluciones, llaves, entradas, etcétera, de una forma irrisoria, increíble, o que no tiene sentido, y lamentablemente esto sucede en partes muy importantes de la película, haciéndola extremadamente predecible. Esto incluso impacta en el desempeño de algunos personajes que casi no hacen oposición a ciertas órdenes de villanos o seres malignos, volviéndose artífices, casi cómplices de los planes malévolos en ejecución. No se exploran las consecuencias emocionales de lo que pasa. No se dedica tiempo a generar preguntas con los personajes, sus diálogos y acciones, por lo tanto, no hay un equilibrio de oposición de fuerzas.
El elenco nos brinda performances irrelevantes durante la mayor parte de la trama, a excepción de Olsen (Wanda Maximoff - La Bruja Escarlata) que tiene varios buenos momentos, mostrando una enorme versatilidad y emocionalidad, que, a pesar de lo breves que son, logran captar nuestra atención y hacernos empatizar con ella.
La experiencia visual y auditiva es fenomenal. Las formas, luz, vestuario, colores, estética, música, fotografía, CGI, efectos especiales visuales y sonoros vuelven a esta cinta un producto espectacular, más allá de los problemas de guion que pueda haber. Como entretenimiento superficial, funciona, sin conmover en profundidad. Lo más impactante, como suele ocurrir últimamente con las películas del MCU, es el gran desfile de recursos técnicos con que cuentan.
Buena película, entretenida y afable, que continúa (apenas) la historia del Dr. Strange y lo que pasó en WandaVision. ¡Recomendada para este finde!
Por Carole Sang