Más que una película esta pseudo-continuación de Doctor Strange ofrece el material audiovisual de una atracción mecánica que podría pertenecer a cualquier parque temático de Disney.
Recién en los 40 minutos finales, cuando el productor Kevin Feige le suelta la correa al perro, el dogo Sam Raimi tiene la oportunidad de correr libre por las praderas y apelar a toda su magia (la que no tiene Strange en esta historia) para regalarnos un poquito de cine y contenido comiquero.
El resto es un pastiche insulso concebido por los ejecutivos de marketing de Marvel, destinado a complacer a sus feligreses radicales, más interesados a menudo en ver cameos de futuros personajes y situaciones de comedia que disfrutar una historia coherente y bien contada. No hay ninguna sorpresa en esta cuestión.
Cuando el director Scott Derrickson, quien hizo un trabajo estupendo con la primera película de Strange, abandonó el proyecto porque el estudio le impidió desarrollar su visión del personaje se sabía la continuación iba a ser muy diferente.
Hasta ese momento redentor en que Raimi tomas las riendas de la dirección, esta producción ofrece un Meet and Greet chapucero por el Multiverso y una especie de epílogo de WandaVision con el cierre del arco argumental de la Bruja Escarlata. Otro personaje femenino desperdiciado de la manera más estúpida posible porque las brujas siempre tienen que ser malas.
El film le exige a los espectadores conocer de antemano las series de Wanda, Loki, la antología animada What If? y el largometraje de Shang Chi, ya que de otro modo hay escenas que no tienen el menor sentido. Un riesgo que toma el estudio y que a futuro le podría costar caro en el público general, debido a que no todo el mundo tiene la paciencia y el tiempo para sentarse a consumir cada producción que venden.
Para aquellos herejes que tuvieron la impertinencia de evadir WandaVision lo más recomendable es repasar la ficha de Wikipedia del programa con el fin de tener una mínima noción del conflicto que atraviesa el personaje. De todos modos tampoco es muy difícil de seguir el argumento ya que se nota que lo armaron mientras se desarrollaba la filmación y en esta cuestión se centra mi problema con el film.
Para tratarse de una propuesta que iba a combinar el fascinante mundo de fantasía de Strange con el concepto del Multiverso el resultado de lo que se ve es más insípido y genérico de lo esperado. No se puede negar que cumple en entretener pero ninguna de las situaciones que se presentan consigue tener un impacto emocional y todo se desarrolla de un modo acelerado.
La idea más creativa que tuvieron para retratar una realidad alternativa es presentar una ciudad donde los semáforos funcionan al revés. Strange, como una especie de Mario Bros, anda a los saltos por diversos mundos que tienen la finalidad de presentar participaciones intrascendentes de personajes clásicos que no aportan nada relevante a la historia.
Fan service pedorro en su peor expresión. Un tema que la última película de Spiderman trabajó de un modo más ameno al conseguir que ese contenido al menos fuera funcional al conflicto central.
En materia de calidad este film va a de menor a mayor y cuando Raimi tomas las riendas de la narración la propuesta mejora en los aspectos artísticos. El director se mete de lleno dentro de esa fantasía oscura y psicodelia que rodean las aventuras de Strange y le aporta un poquito de arte al jugar con elementos del género de terror.
Toma el riesgo de presentar escenas más violentas y nos regala guiños simpáticos al Dark Universe de Universal y la saga Evil Dead. La única objeción que se le podría hacer a Raimi y pasa por un tema de gustos personales es su elección de filmar con cámara digitales que tienden a abaratar el espectáculo visual. Sobre todo en las escenas de acción. Una minucia que no representa un mayor problema dentro del segmento que salva la película.
En lo referido al reparto las actuaciones son parejas y se puede destacar el casting de Xochitl Gomez como la nueva heroína America Chavez y Rachel McAdams, quien esta vez tuvo un rol un poco más extendido.
Elizabeth Olsen, estancada en el rol de la madre desesperada que nos recuerda cada cinco minutos que no es un monstruo, tampoco se come la película como venden algunas críticas apasionadas.
Queda el consuelo que fue más entretenida que el bodrio de Eternals y la esperanza de poder ver en el futuro una verdadera película de Strange a cargo de Raimi. Un director que parece conectar de un modo efectivo con toda la riqueza que rodea al mundo de este personaje y que el nuevo film apena llegó a explorar.
Como siempre la mejor recomendación para disfrutar esta clase de propuestas es llegar al cine con las expectativas moderadas, ya que la película después tiene poco que ver con las reacciones exageradas del fandom.