Las fortalezas de un director como Sam Raimi, acostumbrado al cine de blockbuster, se ponen de manifiesto en esta sinfonía visual proveniente directa desde la factoría universal de Marvel. Sus pergaminos haciendo cine de horror nos retrotraen a films como “Posesión Infernal” o “El Despertar del Diablo”, mientras que su vertiente fantástica asoma en una de las mejores versiones conocidas hasta el momento de “El Hombre Araña” (2002). Aquí, el cineasta sabe bien qué hacer con el material cinematográfico que los estudios depositan en sus manos, no sin ciertas coordenadas estéticas preestablecidas, otorgando rienda suelta para un director experto en tramar icónicos mundos de oscuridad. El lenguaje de ficción de superhéroes se acopla a la banda sonora del siempre exquisito Danny Elfman, mientras un elenco coral (Benedict Cumberbatch, Rachel McAdams, Patrick Stewart, Chiwetel Ejiofor y Bruce Campbell) sazona la propuesta. Nos sumergimos en la batalla interna emocional y visceral, librada por nuestro protagonista. Finalmente, tensión, expectativa y sobresalto se superponen, mientras la excéntrica creatividad en múltiples planos espacio-temporales, propulsada por Raimi, se coloca al servicio de esta tragedia envuelta en escala industrial.