Un nuevo superhéroe de Marvel y van. En este caso, se trata de uno un tanto más original y desconocido, un neurocirujano que sufre un accidente y termina ingresando a una especie de secta en la que aprende milenarios poderes. Benedict Cumberbatch y Tilda Swinton le dan un toque de humor e ironía británica a esta superproducción.
Durante su primera mitad, DOCTOR STRANGE es uno de los filmes de Marvel más originales dentro de su producción reciente, cambiando de escenarios, tipos de efectos visuales y con actores y personajes un tanto más complejos que los habituales, un poco a la manera de lo que sucedía con ANT-MAN, pero a gran escala. Si bien la historia de origen del doctor en cuestión que encarna Benedict Cumberbatch tiene varios puntos de contacto con las de Iron Man o Batman, el personaje en sí –un cirujano talentoso y multimillonario al que un accidente automovilístico lo deja incapacitado para seguir trabajando–, el universo que lo rodea es muy distinto al de Avengers. En principio.
Strange viaja a curarse de sus temblores y huesos rotos a un templo en Nepal y allí descubre a una extraña pero poderosa secta que le permite acceder a ciertos secretos, en una especie de versión New Age/Orientalista de los X-Men que pueden curarlo a su manera. Pero en un momento, promediando la trama, las idas y vueltas de su aprendizaje (bien matizada con momentos de humor) desaparecen de la escena con la llegada del villano de turno (Mads Mikkelsen).
Y si vieron varias películas de Marvel ya saben cómo sigue esto: 40 minutos de combates demenciales con efectos apilados sobre efectos apilados sobre efectos, cada vez con mayor grado de complejidad (los giros gravitacionales de INCEPTION son apenas una inspiración) y delirio. Sobre el final, acaso, con la escena más berreta de toda la película (un especie de extraño combate filosófico en el espacio exterior que parece calcado de un comic y armado en papel maché) la película recupera una gracia e intriga que había perdido en sus vuelos de Londres a Nueva York y a Hong Kong.
DOCTOR STRANGE no es lo mejor de la escuderia Marvel pero está lejos de contarse entre sus peores ejemplares. Hay una maquinaria ahí, comandada por Kevin Feige, que funciona casi de memoria y que lleva a que ninguna película pueda salir del todo mal. Pero el problema es que tampoco salen del todo bien. Es otro superhéroe a meter en el equipo de la compañía, un equipo que a esta altura está más lleno que vagón de subte en hora pico.