Marvel sigue expandiendo su universo cinematográfico; agregando más personajes que, eventualmente, terminarán uniéndose en esos megalómanos mash-up que suelen armar.
Esta vez, como sucedió con Guardianes de la Galaxia, aguarda un personaje no tan conocido por el amplio público; Doctor Strange, quien también, hay que decirlo, posee características que lo diferencian del tipo de superhéroe que recurre a todo tipo de arma violenta para salvar al mundo de esa amenaza latente y permanente en que se encuentra en esas películas (y “un poco” en la vida real también).
El primer aparente cambio en las intenciones detrás de los productores lo encontramos en la elección del director. Scott Derrickson es un reconocido realizador de la nueva camada del terror, El Exorcismo de Emily Rose, Sinister, y Líbranos del Mal (hay por ahí también una secuela de Hellraiser, pero obviémosla) lo centraron como un creador interesado en ambientes oscuros y cierta carga de dramatismo que acrecentaba la tensión sin sobrecargarla. Lo más parecido que Derrickson puede haber hecho a esta película es el remake de El día que la Tierra se detuvo, y mejor no recordemos los resultados que obtuvo en esa oportunidad.
El co-guionista (junto a Derrickson), Jon Spaihts, también proviene de zonas oscuras con títulos como Prometeo. ¿Marvel buscó enseriarse?
Del argumento conviene no adelantar demasiado, más alá de quienes conozcan al personaje, ya que este presenta varios cambios respecto a su par en viñetas de papel.
Benedict Cumberbatch (otro signo de que buscaron a un actor de caracteres loables) es Stephen Strange, un neurocirujano, tan exitoso como egocéntrico que sufre un terrible accidente, dejándole como secuela, la inmovilidad de sus manos.
Abatido y sin encontrar una solución dentro de la medicina tradicional, descubre una comunidad que le promete solucionar aquel “inconveniente”, mediante la práctica de la hechicería.
Kamar-Taj abre un mundo nuevo dentro del universo de Strange, y muy pronto comenzará a utilizar esos poderes de hechicería más allá de lo que había pensado, para fines altruistas, convirtiéndose en el héroe que da título a la película.
Cumberbatch se apodera del personaje y es casi imposible que ya lo imaginemos con otro rostro, muchos de los logros de la película, y lo que la hace diferente, en definitiva, se deben a él. Posee la cantidad necesaria de carisma, rigor y excentricidad para que compremos a su Doctor en todas sus etapas, que las irá quemando bastante rápido.
En el resto de los personajes comenzamos a vislumbrar que sí, por más que se pretenda un cambio, estamos frente a otra película del MCU. Desde que se craneó esta idea de tejer una gran red entre películas, y Marvel en sí mismo tomó las riendas de su producción cinematográfica – acrecentado cuando Disney se hizo cargo – podemos ver que las estructuras de sus producciones son bastante similares, con héroes centrales muy llamativos, pero periféricos que no logran nunca estar a la talla. Ni la mujer interés romántico, ni el sidekick, ni los villanos, llegan a ser memorables, o algo más que excusas para que los héroes realicen las acciones necesarias.
En un elenco secundario integrado por Mads Mikkelsen, Rachel McAdams, Chiwetel Ejiofor, Tilda Swinton, entre otros, todos se encuentran haciendo algo correcto, de manual, con las limitaciones de un guion que no les permitirá desarrollarse.
Otro asunto crucial que la gran empresa comiquera no pareciera dispuesta a resignar es el humor, como sea. Se apunta a una historia más compleja, de multi universos, engaños, tiempos continuos, y todo tipo de parafernalia hechicera; pero en las resoluciones todo se aliviana y se remata con gags, y una personalidad que lo asemeja, quizás más de lo debido, al Tony Stark de Robert Downey Jr.
Impactante desde lo estético y con enfrentamientos que, sí, recurren a la violencia, aunque probablemente más estilizada; estos serán los puntos más fuertes de la propuesta, junto al protagónico, en donde se muestra un cambio de rumbo. La mano de Derrickson aparece cuando se decide “bajar un cambio”, o mirar hacia otro lado que no sea el bombardeo videoclipero; está, aunque no deje una marca fuerte.
Doctor Strange prometía un giro radical en el estilo Marvel luego de varios signos de cansancio en sus últimas películas. El cambio existe, no es un giro de 180°, quizás ni siquiera uno de 90°, pero por algo se empieza; solo queda ver cómo lo reciben la multitud de fanáticos.