Abre tu mente
Pasaron 53 años desde que Doctor Strange apareció por primera vez en el número 110 del cómic Strange Tales (1963) para defender la humanidad ante amenazas místicas. Hoy estamos ante el pleno apogeo del movimiento oriental espiritual, donde afloran los mantras y las palabras de salvación como consuelo. El mundo se cae a pedazos, consecuencia de los abusos del hombre en la naturaleza en pos de un incesante consumo materialista. Es en este mismo mundo donde llega a las salas una propuesta acertada dirigida por Scott Derrickson y protagonizada por Benedict Cumberbatch, que adapta el cómic con el objetivo de reflexionar sobre nuestro aquí y ahora.
Sí, sabemos que el Universo es definido por la ciencia como la unidad espacio-tiempo de todas las formas de la materia, energía, átomos y galaxias, sostenidas por leyes físicas que las mueven. Sin embargo, los fanáticos del género fantástico afirman que existe otro universo: El Universo Cinematográfico Marvel (UCM), creado por el editor de historietas estadounidense, Martin Goodman, bajo el nombre Timely Comics en 1939 y rebautizado en 1961 como Marvel Comics. Allí habitan un sinnúmero de criaturas de apariencia humana con poderes extramundanos anclados en la fortaleza de alguna destreza humana. Tal es el caso de Bruce Banner, más conocido como Hulk, cuyo genoma humano en combinación con la exposición a los rayos gamma y los nanomeds incrementan su fuerza; a él se suman Anthony Edward “Tony” Stark, más conocido como Iron Man, quien construye una súperarmadura de hierro con la que escapa de la Guerra Fría y combate el terrorismo. Por último pero no menos importante, Capitán América. Estos poderes, que anualmente reinventa la editorial bajo el propósito de salvar la humanidad del caos con la finalidad de construir un mundo mejor, convierte a sus personajes en superhéroes idolatrados por miles de generaciones que no sólo comparten sus ideales e imitan su vestuario sino que, cual fieles peregrinos, siguen sus andanzas tanto en los cómics como en la pantalla grande. En este escenario de fanatismo y ansiedad hoy debuta el nuevo personaje de la familia Marvel Comics, el neurocirujano Stephen Strange, más conocido como Doctor Strange, que buscará alterar las leyes que rigen la realidad.
La trama, a grandes rasgos, gira en torno a cómo este neurocirujano, laico, millonario, de gran intelecto, es admirado profesionalmente por sus colegas con quienes se muestra como una persona exitosa que todo lo puede y todo lo sabe. El Dr. Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) de nula vida social, se jacta de dichoso por su habilidad para manejar sus propias emociones -producto de su profesión- y, en consecuencia, no involucrarse sentimentalmente con nadie. Se piensa autosuficiente y no tiene deseos de cambiar. Sin embargo, un buen día, sufre un grave accidente de tránsito donde queda unos minutos inconsciente y al despertar manifiesta poderes místicos. Este giro de 180 grados cambia su vida por completo.
Así es como su sanación depende únicamente de un milagro: abandonar su gran ego para pedir ayuda y salvarse. Así el guión desafía y apela, de manera introspectiva, a lo más profundo del ser para apartarse de la ciencia y redescubrir que la fuerza interior que lleva consigo pero ignora, a veces, es el único camino de sanación. Es entonces cuando en este marco místico aparece su mentora, Tilda Swinton, en el monasterio Tibetano. Ella lo guiará al camino de la iluminación pero será él quien deberá lograr, convicción mediante, confiar en sus poderes para hacer realidad su deseo y transformar la realidad. ¿Cómo? Guiando correctamente su mensaje al universo para que surta efecto. Así Stange, conocerá el camino de la iluminación y en conjunción con sus conocimientos obtendrá la apertura del tercer ojo. Mutará de aprendiz aséptico e inexperto en la materia a poderoso hechicero bajo la tutela de un místico, el Antiguo Uno (Tilda Swinton) gracias a quien conoce el camino de la autoayuda mediante el poder curativo de palabras como Dharma (que significa protección), Sutras (enseñanzas a través de los siglos llevadas por sus discípulos), Jarma (Energía transmitida por el acto de las personas), Nirvana (estado de liberación Sangha (Comunidad) y Bardo (estado de transición entre la vida y la muerte) que netamente apelan al interior del ser. ¿Podrá Dr. Strange salvarse?
Aquí, en esta dimensión mágica y ancestral donde todo es posible amerita hacer una observación detallista y positiva del arte visual, cuya producción se luce haciendo uso y abuso, del bueno, de la tecnología para lograr impactantes escenas en las montañas asiáticas y el monasterio tibetano, permitiendo así que el espectador se sienta partícipe de la historia. Estos magníficos efectos visuales están a cargo del gran del diseñador francés Stephane Ceretti, supervisor de Efectos Visuales (VFX) de Capitán América: El Primer Vengador (Captain America: The First Avenger, 2011), Thor (2011) y Guardianes de la Galaxia (Guadians of the Galaxy, 2014), película con que logró su nominación al Oscar. Aquí, nuevamente, saca a relucir su formación en artes y física para mezclar a la perfección, la misma magia creativa que utilizó en la saga Matrix (1999) y también en Harry Potter y el Cáliz de Fuego (Harry Potter and the Goblet of Fire, 2005). De esta manera logra la estética experimental que posee el cómic original de 1963 -época en la que Estados Unidos vivía una etapa de movimientos anti bélicos, violencia política y el uso de drogas alucinógenas que derivó en expresiones como el arte psicodélico-y junto al director Scott Derrickson, recuperan la impronta del dibujante Steve Ditko y mantienen la esencia del cómic, creado y escrito por Stan Lee, logrando que la magia del film rodado en Londres, Nueva York y Hong Kong se mezcle con el mundo físico, como las locaciones de los dibujos. En esta línea de detalles psicodélicos observamos planos al estilo “Escher” -como en El Origen (Inception, 2010) de Christopher Nolan donde los edificios se hunden, los planos giran y el suelo pasa a ser el techo) en los momentos de acción y lucha. Y si observamos, aún más bajo lupa el arte propuesto, cabe destacar la utilería y el vestuario ya que la famosa capa de levitación del superhéroe es un elemento clave para el personaje. Al igual que el mundo de Harry Potter y Avatar (2009), los elementos eligen al mago, tienen vida propia y personalidad. En este caso se crearon más de 18 capas reales con la ayuda de Framestore para que la tela mágica se sienta como un personaje real, al igual que en Guardianes de la Galaxia y lo lograron con creces.
Párrafo aparte merece el protagonista, Benedict Cumberbatch, que logra a la perfección meterse en la piel de un personaje tan complejo y de fuerte personalidad. Su impronta fue vital para esta película así como Robert Downey Jr., fue para hacer de Tony Stark en Iron Man (2008). A él le sigue su mentora, la actriz Tilda Swinton, que podría haberse lucido más en su rol pero que su look le quedaba fantástico. Los gags de sus diálogos hacen de esta historia una buena combinación. Otro punto a favor fue la elección del villano, Kaecilius -interpretado por Mads Mikkelsen, el danés de la serie Hanibbal-, presente en las peleas con el hechicero. Sin embargo, el combate entre dos cuerpos astrales queda en un segundo plano para remarcar que el eje del film marcar que la verdadera lucha es contra su ego.
Así, a grandes rasgos es Doctor Strange, la nueva joyita de Marvel Comics que no sólo es sinónimo de garantía de confianza para sus adeptos sino que también se amplió al mundo místico y mágico, en conjunto con Walt Disney Company. Su director, Scott Derrickson, claramente entiende el juego y toma la posta. Avanza hacia una nueva dimensión, poco explotada, para iluminar la nueva era. ¿Logrará ganar las buenas vibras de su público? Esperemos que no siga los pasos de El Hombre Araña (Spiderman, 2002) con una saga que deforme la originalidad narrativa ni tenga una secuela con actores que alejan al público sino que supere, con creces, el legado de Capitán América que fue récord mundial de ventas en 2011. ¿Un consejo? Si les atrapó este Universo Marveliano no se levanten de la silla hasta que enciendan las luces, hay una escena final que deja el final abierto. ¡Bravo, Marvel!