Hay secuelas… y hay secuelas. Hay secuelas que solo regurgitan (con maquillaje) la premisa del filme original con la vil excusa de recaudar unos dolares mas y hay otras secuelas que son un dechado de originalidad, que expanden la historia hasta límites nunca antes vistos. Doctor Sleep cae en una categoría intermedia. Te da la impresión que acá hay una historia independiente que no precisaba a Danny Torrance ni toda la mitología de El Resplandor dando vueltas, y cuyo mayor propósito es adornar la historia con fines meramente comerciales. Tomen el culto de los vampiros de almas, añadan a la morenita con poderes mentales (que encima, es tan viva que da vuelta como una media a los villanos) e inventen un clímax en donde la heroína le pase el trapo a los malos. ¿Qué? ¿Que no puede matar porque es una niña?. No creo que sea una limitación moral para Stephen King porque acá se despacha (con mucha valentía artística, debo admitir) con un par de asesinatos de niños en primer plano. Es simplemente que King quiere seguir recaudando con El Resplandor – una de sus obras mas populares – y lo encastra como puede en esta trama. Esta secuela no trata sobre los orígenes de la maldición del Hotel Overlook, ni sobre Danny Torrance buscando venganza contra el hotel desbordante de demonios y fantasmas que se cobró la vida de su padre; el Overlook es simplemente el escenario de un duelo, Danny está en modo inhibido la mayor parte del tiempo y cualquier otro adulto con poderes mentales hubiera podido ocupar su rol. Lo que ocurre es que el relato está tan salpicado de detalles sobre El Resplandor, que es imposible no apartar la vista de la pantalla. Es como El Despertar de la Fuerza: se siente mas como un fanservice que como parte integral del relato. Las deudas pendientes con el Overlook y sus moradores se resuelven casi de manera accidental, secundaria, no como un evento orgánico y una conclusión natural de la historia.
Debo admitir que soy un No Fan declarado de El Resplandor de Kubrick. Me parece sobreactuada y ridícula, en donde los experimentos en fotografía de Kubrick (y su desprecio por el lado humano de la historia) la castran y la convierten en otra cosa, en un galimatías visual que no deja de tener su costado fascinante. Y por mas de que yo chille (y de que King chille, porque a él nunca le gustó la versión de Kubrick sobre su novela), El Resplandor de Kubrick está plagada de imágenes memorables: las tomas de Danny en triciclo por los interminables corredores del hotel, el fantasma putrefacto de la habitación 237, los planos simétricos y en profundidad, el diseño de las alfombras y tapizados, la música, los planos aéreos, los escenarios enormes… Para encargarse de esta secuela llamaron a Mike Flanagan – un nombre en alza después de Oculus, Hush y la miniserie basada en The Haunting que emite Netflix -, quien decidió conciliar las críticas de King, la versión literaria de El Resplandor, la versión de Kubrick y la historia de la secuela… simplemente porque la imaginería kubrickiana es tan potente que es imposible negarla como si nunca hubiera existido, amén de que defraudaría a una enorme cantidad de fans del filme de 1980.
El resultado final es una película inteligente que sorprende mas que asusta. Sip, hay un par de momentos tétricos – las muertes de los niños, las muertes de los vampiros, la iconografía del Overlook presente en las pesadillas de Danny – pero no asustan demasiado. En cambio es una intriga interesante, especialmente porque hay un villano potente – Rebecca Ferguson, relamiendo con gusto un rol que parece nacida para interpretar – y hay un héroe potente – y no el pavo de Danny Torrance sino la novata Kyliegh Curran, una morenita de 14 años que exuda inteligencia, carisma y que puede ser igual o mas despiadada que la reina de los vampiros -, y el duelo entre ambas no está en absoluto resuelto de antemano. Danny actúa mas como un asistente, ya que la morenita lo contacta y le va dando pistas de los crímenes que va cometiendo la secta de los vampiros – disfrazados como Johnny Depp en Dead Man, mezcla de hippies e indios -, los cuales absorben la energía psíquica –el mentado Resplandor – de las víctimas cada vez que las matan (y si es con crueldad, mejor, ya que rinde mas energía) y rejuvenecen al aspirarla. Sip, los villanos son unos vampiros vapeadores, los cuales incluso guardan un stock de humito de sus antiguas víctimas en unos bonitos termos para el caso de que pase mucho tiempo sin que capturen una presa fresca.
Ciertamente las perfomances son muy buenas, pero te da la impresión de que Ewan McGregor / Danny Torrance es mas un segundo banana (como dicen los yanquis) que un auténtico protagonista. Uno sigue todo su descenso a los infiernos, el alcoholismo y el abandono, la peregrinación constante, la reconstrucción de su vida gracias a la colaboración de un alma caritativa (Cliff Curtis), y la persecución constante en pesadillas de los sucesos ocurridos en el hotel maldito. Es realmente casual el cómo se topa con la morenita Curran y su WhatsApp síquico (a lo Rey / Ren en El Ultimo Jedi) y se enreda en la trama de la tribu errante de vampiros síquicos. Por otra parte King recicla recursos de otras historias – esa estupidez de los muros / bibliotecas / castillos mentales (que en la imaginación se ven como uno físico) y que usara en Dreamcatcher – y se manda a hacer cameos de momentos memorables de El Resplandor (en donde Flanagan los traduce a la iconografía de Kubrick) el cual sorprende y es curioso… pero no estoy seguro de que la mayoría de ellos contribuyan al relato. En vez de apelar a trucos digitales, Flanagan contrata a actores parecidos a los originales (hay un clon de Shelley Duvall, uno del joven Danny, otro de Scatman Crothers) y rehace / extiende algunas escenas de la historia original con resultados intrigantes: en el caso del personaje de Dick Halloran está justificado porque viene a ser una especie de Obi Wan Kenobi que le enseña al joven Danny Torrance a controlar su poder y combatir sus demonios; pero otros pierden el efecto porque parece una fiesta de Cosplay, en especial el cameo de cierto tipo de cejitas arqueadas. Flanagan prefirió la perfomance real con sosías en vez de apelar a un adefesio al estilo del Peter Cushing digital de Rogue One, el cual se ve como un zombie ultramaquillado y se mueve de manera antinatural en pantalla.
Flanagan mantiene un clima muy interesante en donde toda esta sanata suena creíble. Y, mientras tanto, se da el lujo de imitar a Kubrick copiando planos, recreando el hotel Overlook, haciendo guiños de todo tipo para los fans (cameos de personajes inesperados; la oficina donde Bruce Greenwood mantiene una charla con Ewan McGregor, que es la misma donde Nicholson tenía su entrevista de trabajo en el filme de Kubrick; el asilo donde trabaja McGregor, con planos simétricos y en profundidad de los pasillos, tal como Kubrick filmaba los pasillos del Overlook; incluso el plano aéreo inicial de El Resplandor, recreado aquí en versión nocturna cuando McGregor y Curran deben huir de los villanos… y qué mejor que refugiarse en el sitio mas peligroso del mundo que es el Overlook), y aportando su cuota de estilo. Claro, el filme tiene sus momentos de credibilidad forzado – como, p.ej., como Cliff Curtis acepta en dos minutos toda la historia de tipos con poderes y vampiros que chupan su energía, y plegándose a emboscar y matar a los enviados de la Ferguson sin cuestionarse siquiera si son fantasías de McGregor -, pero es mucho mas sólido e interesante que ese desastre monumental y decepcionante que fue It: Capítulo Dos (y que se dió maña para recaudar 7 veces mas que éste filme, que tiene muchos mas méritos).
Doctor Sleep es satisfactoria. Cosa curiosa, no se siente como un filme de terror sino como uno de superhéroes (tipo la menospreciada Push, o una de los X-Men), con dos bandos antagónicos enfrentados y haciendo uso intensivo de todos sus poderes para ver quien gana la pulseada. Lamentablemente no veremos secuela (hubiera sido interesante ver las andanzas posteriores de la morenita Curran) ya que le fue mal en taquilla. Será que las secuela llegó demasiado tarde, que a una generación le gustó pero a la mas moderna no, o de que pensaban de que había que ver si o si una película vieja de 1980 para entender lo que ocurría acá. Son esas sorpresas que ocurre en el mundo del cine, en donde un bodrio es taquillero y una película solida se pierde en el anonimato. Porque Doctor Sleep no es lo mejor de King, pero ciertamente está muy lejos de ser el fondo del tarro.