Stephen King escribió esta novela en 2013, donde retoma la vida de ese niño protagonista en “EL resplandor” de 1977. Pasó mucho tiempo. Desde ese genio que fue Stanley Kubrick , que adaptó el libro con Diane Johnson, con disgusto del autor de la novela, pero una obra de arte donde los demonios más temibles eran la locura, la dependencia del alcohol, un padre persiguiendo a su niño y a su esposa para matarlos. Con esos antecedentes, pero con King como coguionista, con el director Mike Flanagan (La Maldición de Hill House) este film también tiene lo suyo. Y aunque se extiende por dos horas y media, una verdadera desmesura, hay que reconocerle, elegancia, suspenso más que terror, imágenes sugestivas y terribles, buenas actuaciones y un homenaje para Kubrick y su film inolvidable. Ese niño de “El resplandor” es un adulto adicto al alcohol, que aprendió a encerrar a sus fantasmas en su propia cabeza, pero que se derrumba en su adicción para soportar lo que paso. Una oportunidad de redención, un trabajo que justifica el titulo y paralelamente una comunicación con una niña cuasi adolescente que tiene sus mismas facultades. Juntos deberán desmantelar una comunidad de demonios que se alimentan de niños resplandecientes. Aciertos y lentitudes marcan el relato y el film. Es un trabajo personal y lento donde el realizador impone su visión, homenajea y sorprende. No es terror pero el recorrido fascinara a los fanáticos de King sin llegar a las alturas de excelencias. Muy buenas actuaciones de una inspirada Rebecca Ferguson, Ewan McGregor se luce, y en general es acertado el elenco numeroso. Larga pero entretenida, no es terrorífica pero los horrores de una banda perversa, la lucha del bien y el mal están planteadas para darnos entretenimiento sin respiro y cierta fascinación.