Dejemos de lado el asunto “es la secuela de El Resplandor” porque Kubrick siempre jugaba a otra cosa incluso cuando se divertía con los géneros. Esta es una película de terror y aventuras, o más bien de esa combinación que podríamos llamar “aventura terrorífica” donde el susto existe, pero más importante es que los personajes tomen el control de los acontecimientos y vayan a la confrontación con el Mal en lugar de convertirse en víctimas, como era la norma en el terror de otras décadas.
El hoy más que cuarentón niño de la primera película tiene que volver al origen del mal acompañado por una chica con poderes para enfrentar a una gran villana. Y a las citas y la mitología se le suma ahora la aventura directa. La aventura tiene los tintes de oscuridad y lirismo que el sub-género requiere y to