Doctor sueño: El homenaje fallido.
Mike Flanagan es el director, escritor y editor de la nueva película Doctor Sueño. Esta es la secuela directa de la célebre obra maestra «El resplandor» dirigida y coescrita por Kubrick. Ya ahí la primer pregunta que puede venir a la cabeza es: ¿era necesario? Y la segunda pregunta que surge, una vez terminada de ver la película es… ¿Valió la pena todo el esfuerzo?
«El resplandor» es probablemente una de las películas de terror más icónicas y admiradas de la historia del cine. Escenas, actuaciones y hasta planos han quedado en el inconsciente colectivo de la sociedad, gracias a la maestría de Stanley Kubrick y la base, algo difusa pero existente al fin, de la obra de Stephen King. Pero, ¿por qué comenzar a reseñar una película de 2019 hablando sobre otra de 1980? ¿Hay una relación buscada y/o válida entre Doctor Sueño y su antecesora? ¿Es justo compararlas? ¿Cuánto termina valiendo la nueva película si no se la compara con la obra previa y preexistente? Muchas preguntas, pero todas tienen su respuesta.
Quizás sería ideal justificar primero la comparación con la película de Kubrick. A modo de supuesto homenaje, veremos a lo largo de Doctor Sueño planos y situaciones sacadas literalmente de la película de 1980. Ya en el tráiler podemos ver situaciones calcadas a «El resplandor«, pero una vez metidas en este collage extraño y bastante fallido que plantea la película, realmente no se justifican en absoluto. Las reflexiones o los planteamientos que la película saca de sus referencias directas al clásico son no sólo vagas, sino que son directamente inútiles. Todo es un fanservice mal logrado y sobre todo mal intencionado. Los momentos dónde los fanáticos deberían disfrutar o asustarse junto a la película parecen hechos por un aprendiz en el género más que por alguien digno de realizarle una secuela a una de las películas más conocidas del mundo del cine. Termina siendo una casita del horror, donde el espectador, junto a un lamentable Ewan Mcgregor, recorre distintos momentos célebres para recordar las viejas épocas. No mucho más.
Se podría decir que es injusto compararla, pero realmente Doctor Sueño se empecina en ser comparada. El propio director, que como aclaramos al principio de la reseña es el mismo que la editó, parece tener un cronómetro en la sala de edición, para que cada 15 minutos máximo veamos un plano o una referencia a la película de Kubrick. La película podría haber tomado el camino de ser una adaptación directa de la novela e ignorar la obra preexistente, pero toma todo lo anterior y lo usa simplemente para ponerlo en un trailer o en un póster. Lo primero que se le viene uno a la cabeza es una secuencia de la película «Ready Player One» que, siendo de otro género y con otro tono muy distinto al de una película de terror, le hace un homenaje muy bien logrado a Kubrick en tan solo 20 minutos. En Doctor sueño, en cambio, el homenaje dura 2 horas y media y es totalmente fallido.
Pero bueno, terminemos la comparación. ¿Qué plantea de nuevo Doctor sueño? ¿Hay algo que no tenga que ver con Kubrick y que sea original de esta nueva película? Si, y lamentablemente es aún peor que el intento de homenaje. Cabe aclarar que, por ejemplo, el espectador debería prepararse para ver muchísimos menos minutos de lo que uno esperaría ver a Ewan McGregor, el supuesto protagonista del film. Ya sea por una decisión autoral o por una falta de presupuesto, el tiempo en pantalla del actor es bastante menor para lo que parecería indicar la campaña promocional y el póster.
Existen dos sub-tramas que se irán conectando con la historia de McGregor y que son de lo más flojo del film. Por un lado tenemos una especie de secta liderada por una mujer llamada Rose (interpretada por Rebecca Ferguson) y por otro, está la historia de una joven niña llamada Abra Stone (interpretada por Kyliegh Curran). Ambas luego se relacionarán con el personaje de Danny Torrance, interpretado por McGregor, pero el tiempo y la atención que la película dedica en seguir estas historias alternativas duele mucho y continuamente choca con el ritmo del film. Ni vale la pena hablar de las actuaciones y la poca precisión que tienen para dar en el tono y la intensidad adecuada, siempre quedando del lado de lo sobre actuado y muy pocas veces planteando personajes verosímiles o realistas. Eso, igualmente, no es 100% culpa de los actores.
La historia parece tener una base mínimamente interesante, que probablemente provenga de la obra de King, pero el desarrollo es tan vago y tan poco cinematográfico que uno realmente se sorprende cómo pudo haber sido aprobado un guion así. Los diálogos tienen muy poco cuidado y caen una y otra vez en la sobre-explicación dejando así algo totalmente chato y sin profundidad alguna. Esta intención de Flanagan de todo el tiempo poner a personajes hablando y contándonos la película le saca todo el misticismo al relato, haciendo que los momentos oníricos se sientan sosos y los momentos realistas, aburridos. Obviamente esto repercute directamente a cómo el espectador termina procesando las, de nuevo, 2 horas y media que dura la película, y que terminan siendo eternas.
¿Y no hizo nada bueno el film? Si, tiene cosas buenas. Y eso probablemente haga que duela aún más su existencia. El trabajo de arte y escenografía está bastante bien cuidado, y hasta la paleta de colores tiene un nivel de detalle que claramente está en un nivel superior en comparación a las otras áreas de la obra. Pero ver que todo el trabajo puesto en estos aspectos haya sido tan en vano hace repensar a uno todo el proceso cinematográfico de hacer un film. Acá hay un responsable que decidió darle luz verde a este proyecto, que movilizó a cientos y cientos de personas a realizar esta obra que simplemente quedará olvidada en el tiempo, o peor, será recordada como la secuela que nadie pidió. Todo esto, sumado a personajes sobreactuados, una banda sonora con muy poca creatividad y una dirección totalmente errada terminan en un film que asusta, si, pero de lo malo que es.
Asusta también porque para las nuevas generaciones esta podría haber sido una puerta de entrada a otro tipo de cine. Que alguien que nunca vio «El resplandor» comience por ver Doctor sueño es quizás el mayor miedo que te puede dejar el film. Su estilo se parece más a las peores películas de «Annabelle» o mismo «Transformers», que al de una película secuela del fallecido Stanley Kubrick. El montaje recuerda más a Marvel y su esfuerzo por querer mantener al espectador con los colores suficientes que a películas como las de John Carpenter. El terror es mucho más que Doctor sueño. El género puede llegar a mejores lugares. Y sobre todo, la industria debería querer llegar a mejores lugares si pretende que el cine sea algo más que entradas cortadas y tickets vendidos. En pocas palabras, Doctor Sueño termina siendo un supuesto homenaje, que solo existe porque fanáticos la irán a ver y que, con suerte y un poco de ilusa esperanza, la historia se encargará de borrar.