Fluido y emocional homenaje a un clásico.
El Resplandor, de Stanley Kubrick, fue la segunda película en adaptar una novela de Stephen King. Una adaptación muy querida como la gran mayoría del corpus de trabajo del cineasta, aunque no cuenta con el beneplácito de su autor original. Por ello, cuando se anunció la adaptación de Doctor Sueño a manos de Mike Flanagan (uno de los más destacados realizadores de cine de terror de la actualidad) cabía preguntarse de cuáles fuentes iba a beber a la hora de retomar para el cine la historia de Danny Torrance.
Regreso a casa
Doctor Sueño goza de tres líneas narrativas claramente definidas, presentando personajes protagonistas con los que uno puede llegar a simpatizar y antagonistas de tremendo cuidado.
El protagonista lucha con su alcoholismo y contra su don. Si bien cede ante el segundo, nunca lo hace ante el primero (y no pocas veces corre el riesgo de la tentación). La gran actuación de Ewan McGregor ayuda a comunicar eso.
Con la excepción de una escalofriante escena que tiene por victima al niño Jacob Tremblay, la película como un todo no produce sustos, sino que se propone más el buscar una atmosfera lúgubre. No por ello está exenta de riesgos, y son esos riesgos quienes contribuyen enormemente a que la película sea entretenida.
Es de destacar que Flanagan no haya querido sucumbir al uso de la tecnología para rejuvenecer a Shelley Duvall, Jack Nicholson y Scatman Crothers. Tampoco el gesto de convocar actores parecidos es un intento burdo de darnos una cosa por otra: es un gesto sutil del director diciéndonos que, aunque esto sea una suerte de secuela, el no pretende en ningún momento ser Stanley Kubrick.
Hay un retorno al Hotel Overlook, no vamos a decir cuándo, pero el momento del metraje donde eligen ponerlo y el rol que ocupa en el desarrollo del personaje, convierte a la referencia en algo crucial, útil y no una referencia por la referencia misma; a pesar de que Flanagan no pueda evitar copiar la intro de El Resplandor.
El trabajo visual es logrado, con una gran utilización de los espacios. Vale la pena señalar que Flanagan sabe cuándo calcar a Kubrick, pero también sabe cuándo aportar sus propias ideas de puesta en escena. Un ejemplo de esto es Dan caminando a lo largo del pasillo podrido que alguna vez recorrió en triciclo cuando era pequeño: lo que en El Resplandorera una toma en Steadicam a la altura de Danny niño, en Doctor Sueño es un seguimiento desde lo alto, en un plano picado que a lo mejor puede ser la fuerza del hotel ejerciendo su presión, o tal vez que Danny ahora ve las cosas desde otro lugar y puede enfrentar sus demonios.
Sin embargo, a nivel narrativo se deben señalar tres tropiezos. Primero, la película tiene un extenso prólogo antes de meterse de lleno en el conflicto principal que podía escindirse o durar la mitad del tiempo. Segundo, la confrontación final pierde un poco de lustre por explicaciones que aparte de excesivas son forzadas. Tercero, existe un personaje que recibe una introducción elaborada solo para tener un arco escasamente desarrollado, reduciéndolo a una simple conveniencia narrativa para complicar la trama en el último minuto.