Codirigida, coescrita y coprotagonizada por Channing Tatum, esta «road movie» se centra en la relación que se establece a lo largo de un viaje, entre un veterano de guerra y un perro entrenado para matar.
Un combo de dos modelos narrativos clásicos de Hollywood –historias de veteranos de guerra y de amistades entre perros y seres humanos– se unen de la manera esperable en DOG, UN VIAJE SALVAJE, una road movie emotiva y humanista centrada en la relación que se va estableciendo entre dos criaturas dañadas por su pasado. Una de ellas es Jackson Briggs, un Ranger del Ejército estadounidense, un hombre que ha vuelto del frente de batalla con más heridas y problemas de los que quiere o puede admitir. Y la otra es una perra, Lulu, que regresó del mismo lugar igualmente afectada y, obviamente, con aún más dificultades como para sanar. A lo largo de sus 100 minutos, esta película intentará demostrar que lo mejor que pueden hacer es ayudarse el uno al otro.
Coescrita, codirigida y coprotagonizada por Channing Tatum –y de un sorprendente éxito comercial en los Estados Unidos, ya que costó solo 15 millones de dólares y recaudó 84–, DOG comienza mostrando a Briggs intentando de todos los modos posibles volver a Oriente Medio a combatir, por más que es evidente que ha quedado con un importante stress post-traumático. Jackson parece estar convencido de que un soldado no se rinde, pero sus superiores tienen en claro que no es el mejor plan volverlo a enviar al frente de batalla. Y en eso, al menos, tienen razón.
En su lugar, al tozudo y un tanto pedante Briggs le encargan una tarea que parece menor y hasta un poco molesta. Llevar a una perra llamada Lulu, una pastor belga violenta, perturbada y entrenada para matar, al funeral de Riley Rodríguez, un compañero Ranger de Jackson. El tipo fue quien entrenó a la perra, pero se mató en un accidente tras volver con problemas psiquiátricos de Afganistán. Y el ejército le avisa que luego de pasar por el entierro tiene que entregar a la perra a las autoridades militares para ser sacrificada. De hacerlo, le prometen que quizás tenga una chance de volver al frente.
El recorrido físico y emocional es bastante previsible, pero Tatum logra darle frescura y naturalidad al asunto gracias a la manera realista y poco pomposa que tiene de interpretar a su personaje. La negación de Jackson a reconocer que tiene serios problemas le permiten, durante buena parte de la película, funcionar como un soldado un tanto creído, más preocupado por sacarse de encima la tarea –y hasta divertirse– que por generar algún tipo de conexión con el agresivo animal. Y es así que durante una hora o más, DOG será una road movie que va descendiendo por la Costa Oeste de los Estados Unidos (empieza cerca de Portland y llega hasta Arizona tras pasar por San Francisco, Los Angeles y varias ciudades más) en la que Jackson y Lulu se meten en problemas y complicaciones propias de una comedia disparatada, muchas de ellas ligadas a la intensidad del perro y a su descuidado cuidador.
La perra (interpretada por tres distintas, en realidad) hace todo lo esperable en una criatura entrenada de su tipo: sabe pasar de la violencia al extrañamiento y de ahí a la ternura. Lulu tiene expresiones e intensidades diversas y, a lo largo del camino, Jackson tiene que aprender a manejarla, con la ayuda de las personas más extravagantes con las que se cruza. Las aventuras de ambos no solo llevarán a que el soldado se preocupe al final por la suerte de la perra sino que, de modo igualmente previsible, ambos se irán relamiendo sus mutuas heridas, volviéndose extraños compinches, dos veteranos de guerra que se entienden mejor entre sí que con muchos otros.
Tatum y su habitual socio Carolin manejan con mucha destreza las potenciales grietas políticas que se cuelan en la historia, apelando al look y a la personalidad de tipo duro militarista de Jackson para luego ir agregándole capas a su personaje, especialmente a través de algunas situaciones que les toca vivir en el camino, situaciones que lo llevan a entender a otros veteranos menos entusiastas que él con la idea de volver al frente. Con un soundtrack de música country y rock sureño, DOG apuesta a ser ese tipo de película que busca unificar a diferentes públicos a través de la empatía que generan los ex combatientes, más allá del conflicto bélico en el que hayan participado.
Con algo de película de Clint Eastwood en su manera de mezclar comedia, drama y acción, pero especialmente por la forma en la que su protagonista desconfía por lo general de todo tipo de autoridad y prefiere armar su propio camino pese a contratiempos y dificultades, UN VIAJE SALVAJE es una amable sorpresa en la cartelera cinematográfica, una película pequeña pero valiosa que toma como punto de partida una fórmula tan clásica que parece ya gastada y logra salir muy bien parada del desafío. Un film sobre una amistad improbable entre dos criaturas, que aunque no lo sepan, quizás todavía tengan la posibilidad de recomenzar sus vidas de otra manera.