El hombre y la bestia
Matteo Garrone regresa al universo que mejor conoce con Dogman (2018), una fábula sobre un pequeño dueño de una veterinaria y el prepotente matón del barrio. En la descripción precisa de cada personaje está lo mejor de este film que participó del 71 Festival de Cannes.
Marcello (Marcello Fonte) tiene una veterinaria llamada Dogman. En ella dedica su tiempo al cuidado, curación y adiestramiento de los perros. Este personaje solitario, una especie de Camilo Canegato, el protagonista de Rosaura a las diez (1958), tiene un vínculo con el resto de los comerciantes del barrio, y una adoración especial por su pequeña hija, a la que su ex mujer le deja ver esporádicamente. Pero Simone (Edoardo Pesce), el matón del barrio al que le vende cocaína, se vuelve violento e incontrolable. Por alguna extraña razón, el único que tolera su comportamiento es Marcello, hasta que lo mete en problemas con la ley.
Dogman es la mejor película de Matteo Garrone, porque fusiona la descripción exacta del hostil sur de Italia con una narración poderosa. El contexto invita a pensar en el western como el género que mayores coincidencia tiene con los tópicos utilizados por la película: el espacio definido como territorio a defender, personajes de pocas palabras y una evidente ausencia de la ley. Las cosas se arreglan con códigos internos que acuerdan los habitantes del lugar. De esa forma los comerciantes deciden mandar a matar a Simone luego de que su conducta se torna intolerable. También hay códigos de lealtad que no se acuerdan pero están implícitos y quienes los rompen, son condenados a la expulsión del grupo.
Garrone traza paralelos entre los perros que el hombrecito aprende a dominar y el matón, siendo la razón del vínculo entre dos seres opuestos. Pero en ese control que uno cree tener sobre el otro aparece el conflicto del film. Porque como en el western, el protagonista debe tomar decisiones claves para su destino y se equivoca por exceso de confianza, por ceder ante la prepotencia de Simone. El hostigamiento físico acosa al hombrecito desde la presencia corporal, fundamental en la película. Sentimos el peso de los cuerpos a través de la pantalla, en un contexto donde la ley del más fuerte se impone.
A diferencia de Gomorra (2008), la genial ópera prima de Garrone, Dogman cuenta un cuento específico, articulando de manera eficaz los elementos del relato para dar su visión desesperanzada de una zona acosada por la delincuencia.