Memorable Geraldine Chaplin es el sostén de “Dólares de arena”
Dólares de arena, les dicen a unas conchillas bastante comunes en las playas caribeñas. La expresión toma ése y otros sentidos en esta adaptación dominicana de una novela de Jean-Noel Pancraziprecisamente llamada "Les dollars des sables". Libro y película se ambientan en Las Terrenas, un lugar apartado que los franceses convirtieron en refugio turístico, y originalmente llamaron La Terrienne. Con igual comprensión y pudorosa piedad, libro y película hablan de lo mismo: la solitaria vejez en tierra extraña, el ansia juvenil de conseguir dinero, el amor por conveniencia.
En la novela un francés mantiene a un lugareño casado y se ilusiona con su amor imposible. La película convierte esa relación en un amor lésbico también imposible, entre una europea medio arrugadita, de familia escasa y distante, y una lugareña de piel joven y oscura, amiga de veraneantes solitarios. Sus afectos se reparten entre un cliente viejo y melancólico, esa señora de modales dulces, y un mulato al que presenta como su hermano. Su sentido del cariño funciona a base de divisas extranjeras. El romance con la vieja le permitiría instalarse en Paris. Pero en el fondo, tal vez también la quiera. O eso parece, y es lo que la vieja quiere creer.
No pasan muchas cosas, y algunas se repiten. Los locales hablan de un modo que poco se entiende. Pero actúa Geraldine Chaplin, y a ella se le entiende todo incluso cuando no habla. La forma en que mira, los mínimos gestos de su boca o de su cuerpo, flaquito y lleno de manchas y pecas resaltadas por el sol, Geraldine es el gran sostén de esta película, y ésta es su actuación más memorable de los últimos años.
Autores, la dominicana Laura Amelia Guzmán y su marido mexicano Israel Cárdenas, que ya tienen otros títulos atendibles en su haber, como "Jean Gentil" y"Carmita", de coproducción argentina. Aquí también participa la argentina Rei Cine ("Historia del miedo", "Leones", "Villegas", la revista "Km 111 Cine"). En el equipo, los productores Benjamín Domenech y Santiago Gallelli, la editora Andrea Kleinman, la gente de sonido Diego Gat, Leila de la Hoz, Adrián Borodovsky, Flavio Nogueira. La música, buena, es enteramente dominicana, de Benjamin De Menil, Ramón Cordero y Edilio Paredes (estos dos, creadores de la bachata que introduce la historia).