En una nueva colaboración, el matrimonio de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas producen su primera historia de ficción con proyección internacional en “Dólares de Arena” (Argentina, México, República Dominicana, 2014), una historia dolorosa sobre el drama del turismo sexual y el poder del dinero sobre los cuerpos.
Hay una señora entrada en años que llega a un pueblo de República Dominicana en busca de amor. Esta mujer, llamada Anne (Geraldine Chaplin), luego de errabundear por pequeños y sórdidos lugares de baile, comienza una relación “amorosa” con una lugareña llamada Noelí (Yanet Mojica).
Entregada totalmente a ella, no importa ya si en un plano sexual o espiritual, Anne ve cómo día a día comienza a cegarse aún más sobre las verdaderas intenciones de la joven. Noelí le pide dinero todo el tiempo, y ella accede, porque sabe también que en ese dar, el recibir, a esta altura de su vida, será mucho más que una circunstancial pérdida monetaria.
Pero Noelí tiene otras intenciones con su verdadera pareja, y entre engaños va ocultando sus deseos reales a Anne, abusándose del control que ejerce sobre ella desde el sexo que le ofrece. Y por eso cuando los intereses de ambas comiencen a chocar, es en donde el microuniverso de “Dólares de Arena” comienza a eclosionar.
Guzmán y Cárdenas aprovechan la anécdota de la relación circunstancial entre Anne y Noelí para hablar de algo mucho más profundo de la realidad de su país, un turismo que avanza sobre cuerpos y no sobre paisajes, como bien tendría que ser.
En la decisión de Anne de liberarse en esas tierras ajenas a su patria, en el asumir el rol de benefactora de una joven que cree que lo mejor que le puede pasar es huir de la tierra en la que vive, los directores hablan también de un estado de las cosas actual y que otras ficciones como “Paraíso: Amor” o “Bienvenidas al paraíso”, en donde también mujeres tomaban sus deseos como brújulas en tierras extrañas, ya han trabajado.
Pero la diferencia de “Dólares de Arena” es que prioriza las emociones de las protagonistas por sobre el extrañamiento de los cuerpos, dotando de fuerza y empoderando el punto de vista de la lugareña, para evitar así estigmatizar la otredad.
Que Guzmán sea de República Dominicana, y que conozca el pueblo de la ficción desde pequeña, además, permite un acercamiento con la realidad del lugar que abruma. Porque si bien en una primera instancia todo es gozo y placer, al avanzar la narración y al conocer los planes de Noelí para con Anne, algo que seguramente ésta conoce, pero no quiere ver, la tensión lograda en pantalla es única.
Otro hallazgo son la utilización de los escenarios, porque el exotismo deja el lugar a la realidad, evitando mostrar el paraíso hecho playa para, conscientemente, mostrar una realidad mucho más dura desde locaciones más neutras y sin muchos lujos.
La actuación de Geraldine Chaplin es sublime, brindando un papel único que la distancia y aleja de sus interpretaciones anteriores, logrando una compenetración total con esta Anne que bucea en su sexualidad para poder enfrentar la última etapa de su vida, y que aún mintiéndose sobre los verdaderos sentimientos de la joven hacia ella, disfruta de una plenitud muy a pesar de los demás.