Separándose de las comedias de antaño, que buscaban desde el humor acercar al icónico personaje creado por Hugh Lofting a públicos masivos, Dolittle (2019), dónde un veterinario habla con los animales, prefiere inclinarse hacia un público familiar apoyándose en la aventura, paisajes exóticos, confrontación entre el bien y el mal y la intriga como vector narrativo en este nuevo siglo.
Aquello que otrora Hollywood creía necesario para la pantalla grande, humor, picardía, etc., y que tal vez la versión que más se acercara a los libros infantiles de Lofting fue el musical dirigido por Richard Fleischer en 1967 (Doctor Dolittle), ahora Stephen Gaghan (El poder de la ambición) lo descarta y apuesta a un relato más convencional donde los animales dialogan naturalmente con el doctor, de igual a igual, esta vez interpretado por Robert Downey Jr., y en donde el factor humano (enfermedades, pasado, dolor) pesa más que el animal.
En la adaptación se ve cómo, sumido en una profunda depresión, Dolittle ve cómo su retiro y aislamiento se van transformado en días de aventuras y descontrol, al ser convocado por una enviada de la reina para ayudarla a encontrar un misterioso y enigmático fruto mágico que solucionará la enfermedad de su majestad.
Al inevitable conflicto que se desencadena al intentar desobedecer el pedido de ayuda, y que podría hacerle perder su morada, Dolittle inicia su camino en la mejor línea de aventura que supo como subgénero producir un sinfín de películas con lo exótico y la otredad como punto de partida.
Así, embarcado en la aventura de conseguir ese misterioso trofeo, que servirá para alivianar los pesares de la reina, Dolittle, acompañado por un joven aprendiz, inicia una travesía por mar y tierra, y, principalmente por su propio interior, el que, golpeado por la desaparición de su mujer hace años, debe adaptarse a la actual situación de la aventura acompañado por animales y dos jóvenes.
El enorme despliegue de producción suple algunas idas y venidas redundantes en la historia, como así también la linealidad del guion y su dirección, que apelan a un orden y una estructura que cuando se libera transmite nuevas oportunidades de empatía con el entorno.
Uno de los grandes hallazgos en esta historia de búsqueda, transformación y cambio, es la participación de Kevin, una ardilla, que en el inicio sufre un accidente, y luego de ser asistida por Dolittle y salvar su vida comienza, a modo de diario, a hilvanar los segmentos de la película con reflexiones y humor.
Escenarios de un extrañamiento único, extras puestos a la orden del día para generar esa sensación old movie fashioned, mensaje pro animal y ecología, un elenco que suma a figuras como Antonio Banderas, Jim Broadbent, Michael Sheen y las voces de los animales interpretadas por Marion Cotillard, Emma Thompson y Octavia Spencer, entre otros, son los encargados de alivianar la carga dramática de la historia con cada una de sus intervenciones, construyendo un entretenimiento familiar.