En el ocaso nace el deseo de volver a la infancia.
Dolor y Gloria, producida por El deseo y distribuida por Sony Pictures, nos cuenta la historia de Salvador Mallo, director de cine galardonado que rememora su vida a partir de recuerdos y reencuentros; su madre, el amor, el silencio, el miedo y la pérdida. Salvador (Antonio Banderas, en uno de los mejores papeles de su extensa carrera) padece múltiples enfermedades corporales y mentales que lo sumieron en una profunda depresión y soledad.
Luego de 32 años, la filmoteca de Madrid restaura los fotogramas de uno de sus films más galardonados, “El sabor”, logrando con esto reactivar el contacto con el actor principal (Asier Etxeandia) con quien no tenía vínculo desde entonces; Salvador comparte un trabajo personal con él e incursiona en el consumo de la heroína.
Dolor y Gloria posee múltiples matices, del dolor mismo de llevar la vida adelante, del abandono de un amor (Leonardo Sbaraglia), de crecer en medio de la hostilidad y cuidar a una madre (Penélope Cruz) hasta el último día.
Referido a la buena relación que tiene con Argentina, el director optó por hacer partícipes a muchos de nuestros artistas: Leonardo Sbaraglia, como ya había mencionado, Cecilia Roth como una vieja amiga, el arte de Clara Notari, el diseño de Juan Gatti y un fragmento de La niña santa.
Sin duda es uno de los films más maduros del director español.