Un original thriller que narra una anécdota sencilla dentro de una trama compleja
Un día miércoles de un año cualquiera, una amplia mansión ubicada en un pequeño pueblo se ve alterada por la llegada de la policía. Dentro de esa casa vivía doña Rosa -una mujer casada con don Jaime, un hombre extraño y poderoso-, que aparece muerta en uno de los rincones del espacioso vestíbulo. Un subcomisario se hará cargo del caso y comenzará por indagar a los vecinos del lugar, y así empezará a comprender que un hombre solitario y misterioso, y un jardinero de mirada torva podrían ser responsables de ese aparente asesinato. Sobre la base de este eje la historia retrocede en el tiempo y saldrán a la luz muchos secretos bien guardados, entre ellos el oculto romance del subcomisario y de doña Rosa, y las idas y venidas de esos dos individuos que, aparentemente, tenían algunas razones para sindicarlos como culpables del homicidio.
El film transita por una propuesta estética y narrativa que va construyendo su relato desde los puntos de vista de los diversos personajes. El director José Glusman, también coautor del guión, decidió con este film internarse en el thriller, género al que muy pocas veces acude la cinematografía nacional, y así logró una propuesta que se va armando y desarmando como un conflictivo puzzle del que irán surgiendo las encarnaduras de esos individuos que, cada uno a su manera, tenían razones para deshacerse de la mujer. Por momentos el relato cae en una serie de conflictivas situaciones que exigen del espectador una atenta mirada para descubrir todas y cada una de las circunstancias que conducirán a un final inesperado, y así el entramado va tomando consistencia frente a esos personajes, fundamentalmente el taciturno vecino y el jardinero, que siente despedazarse su pequeño mundo. Mientras tanto el subcomisario -un muy buen trabajo de Gabriel Goity- tratará por su parte de reunir todas esas piezas para intentar responder a las muchas preguntas que surgirán.
Con originalidad y un logrado suspenso, el realizador cumplió su tarea dentro de un clima por momentos opresivo que recorre el pasado y vuelve al presente; elementos que hacen del film una historia que va cobrando interés hasta sus últimas y decisivas escenas. Gigí Ruá, Mauricio Dayub, Pompeyo Audivert y Héctor Bidonde completan con acierto el elenco, mientras que los rubros técnicos, fundamentalmente la fotografía y la música, aportaron valor a este thriller pueblerino que narra una anécdota sencilla dentro de una trama compleja.