Una historia de personaje femenino en crisis, que mezcla comedia y drama, sin estridencias, basada en un bestseller y dirigida por Richard Linklater.
Richard Linklater es un director que hace de la independencia su bandera. Aunque filme en el seno de Hollywood y con actores de renombre, logra colar su mirada que siempre busca salir del molde en el tratamiento, en la forma o en los temas. Hacer una trilogía del transcurrir de una pareja (Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes del anochecer) o contar una vida en crecimiento y en tiempo real (Booyhood), pueden ser los ejemplos más evidentes, pero no los únicos en su filmografía.
En ¿Dónde estás, Bernadette? recurre a un bestseller (de Maria Semple) para relatar el transcurrir de una mujer fóbica, misantrópica, que no puede salir de su encierro social y familiar, incómoda con el lugar en que se ha instalado, que cada vez se va complicando más hasta poner en riesgo su salud y su familia.
Bernadette es una arquitecta famosa y prestigiosa que ha abandonado su profesión. Atraviesa una crisis existencial y artística, está enojada con la vida, pero ese enojo se le vuelve en contra porque lo canaliza mal. Su familia -compuesta por un marido comprensivo, Elgie (Billy Crudup), ingeniero que trabaja para Microsoft, y su hija, Bee (Emma Nelson), adulta para su adolescencia y amiga de su madre, a quien va copiando en sus modos-, no tiene problemas económicos. Pero su casa parece haber atravesado un bombardeo.
Los únicos problemas son los que devienen de las “excentricidades” de esta mujer que, aunque causen gracia, lo van complicando todo: la relación con sus vecinos, con el trabajo de su esposo, con su propia asistenta en línea que está en India (y que resulta ser miembro de la mafia rusa!).
La película desarrolla la trama sumando escenas que van mostrando y construyendo los personajes pero funcionalmente. Sin demasiada carnadura. Desde el primer minuto el origen literario se vuelve un peso que se intenta solucionar con la voz en off o con cierta naturalidad que dan las actuaciones.
Situaciones inverosímiles (manejar un bote a motor por un ingeniero de sistemas como si lo hiciera toda la vida; el encuentro en la Antártida; la protagonista que pasa de la agorafobia, a no querer viajar y sentir mareos en el crucero y, luego, navegar en un kayak individual en el Océano Antártico; los cambios abruptos en su vínculo con la vecina «molesta», por poner algunos ejemplos), efectismos y melodrama gastado (que por suerte se licúan un poco por el humor extrañado), son recursos de los que echa mano, extrañamente, el director.
Párrafo aparte merece la actuación de Cate Blanchett que ilumina la pantalla y hace creíble y querible un personaje complicado y, por momentos, poco empático. La actriz se luce tanto en los diálogos como en los gestos y la corporeidad de ese ser desvalido y a la vez avasallante, engreído y con la sensibilidad a flor de piel. Pura racionalidad que esconde una emocionalidad latente.
Una película menor dentro de la filmografía de Linklater que salva la interpretación magistral de Blanchett.