La voz interior
El documental de Alejandro Maly revisa la trayectoria de Chasman y su famoso muñeco Chirolita, pero a partir de ellos amplía su mirada sobre el curioso oficio del ventrílocuo.
Con sus apariciones en múltiples programas televisivos, el ventrílocuo Chasman y su afamado y pícaro muñeco Chirolita ocuparon un espacio destacado en la memoria emotiva del televidente argentino. Siempre vestidos de igual forma, las intervenciones de ambos demuestran que además de una buena técnica, la ventriloquía exige carisma y un sentido fino de la comicidad. Alejandro Maly reflexiona sobre el oficio con un dejo de nostalgia, sobre todo en la primera parte de ¿Dónde estás, Negro? (2016); mediante la toma de televisores ya pasados de moda, exhibe buena parte de los números cómicos del famoso ventrílocuo. Integran este segmento entrevistas a Santiago Bal y Silvio Soldán, testigos directos de aquella época en la que el artista tuvo su momento de mayor popularidad. Con una interesante impronta estética (en la que sobresale el humo de cigarrillo, marca distintiva de muchos de estos cuadros de humor), el realizador se adentra en el complejo y curioso vínculo entre el muñeco y el humano, y a la vez esboza una imagen del mundo del espectáculo que ya forma parte del pasado.
La segunda parte (“Los ventrílocuos”) y la tercera (“Los muñecos”) profundizan su mirada sobre el oficio, aunque es evidente que el lugar que ocupó Chasman lo lleva a ser mencionado en varios pasajes. En estos segmentos, Maly da cuenta de la existencia de una agrupación que congrega ventrílocuos y muestra el costado más personal de los artistas; sus obsesiones, los diversos estilos, el universo de la creación y restauración de los muñecos, y –claro- el aspecto más “bizarro” del asunto.
¿Dónde estás, Negro? es un documental de observación, en el que conviven aristas historicistas (hay otro antecedente histórico además de Chasman; es el caso del “Profesor Dilmer”), de humor, y –lo más interesante- dramáticas, vinculadas al afecto que desarrollan los ventrílocuos por sus inseparables figuras. Es muy atinado que Maly respete a los artistas (hubiera sido muy fácil parodiarlos) y, acaso por primera vez, los deje hablar por solos y por voz propia.