Bajo una terrorífica profecía satánica es que nacen 6 riñas el sexto día de un sexto mes. ¿Suena familiar? Mucho. Y es que la trama de Where The Devil Hides comienza con un cliché enorme y no levanta mucho vuelo a partir de ese momento. El icónico Wes Craven hizo algo parecido hace unos años con My Soul to Take y le salió un pastiche que por momentos se dejaba ver y por otros era infumable. Y eso que era Wes, un gran nombre dentro del género de terror, y acá tenemos a Christian E. Christiansen, que en 2011 nos entregó la anodina The Roommate, copia insufrible de Single White Female, película de culto si las hay.
Tampoco mucho se puede esperar de una película que desde su génesis fue cambiando de nombre cada mes y medio, y finalmente vio la luz en su territorio de origen directo a video. Y eso que material había para sacar un producto decente. Que dicha profecía tenga lugar en la actualidad, en las mediaciones de una comunidad Amish, deja un terreno de juego en el cual moverse, donde la religión y el conservadurismo casi fanático hace mella en este grupo de niñas ahora devenidas en jóvenes de 17 años, a punto de cumplir 18 y desatar la ira del Diablo. Entre el Bien y el Mal, también está el descubrimiento de su propia femineidad, del sexo opuesto y del mundo exterior, pero la trama y el guión prefieren ocupar su tiempo en una fallida investigación policial y en muertes poco inspiradas, poco y nada ayudadas por una edición espantosa.
El grupo de chicas es bastante servicial a la trama y actúan como si su vida dependiese de dar una actuación decente, así que no se las puede culpar. Y aunque haya un elenco de adultos decentes de por medio -Rufus Sewell, Jennifer Carpenter y hasta el lascivo padre que interpreta Colm Meaney- nada parece ayudar a que se genere un mínimo de tensión que haga partícipe al espectador de lo que sucede en pantalla. Aburrida, carente de sustos y simplona a más no poder, era mejor que Where The Devil Hides se quede escondida y nunca haya salido a jugar.