DE LOS QUE AMAN REÍR
Con la presentación de un conflicto bastante particular que aqueja a la protagonista -no poder tomar decisiones-, Dos amores en París genera la incertidumbre de si podrá sostener la hiperbólica condición a la que está acostumbrada Juliette. Por suerte para los espectadores, en cada momento en que la película da indicios de quedarse “haciendo la plancha”, nos sorprende con un giro que supera las expectativas.
Sin muchas pretensiones, esta comedia romántica consigue grandes momentos. A medida que se desarrolla, va rompiendo ciertos prejuicios que podrían darse al comienzo. Desde ya, el personaje principal se corre del prototipo de mujer, pero tampoco cae en la falsa integración de la fea simpática. Aquí Juliette brilla con su personalidad y despliega su belleza, que está muy por fuera de los criterios conocidos. Las arrugas no parecen ser un problema y se llevan con mucha soltura.
Dos amores en Paris tiene un gran condimento de las relaciones actuales en cuanto al amor, la familia y los amigos. A pesar de que la protagonista experimenta la búsqueda de una pareja, no es la mujer salvada por el hombre, sino la busca una compañía para la vida. Sus amigas no son las típicas casadas de las comedias románticas. Una de ellas mantiene económicamente a su esposo, algo bastante revolucionario en el discurso. Su otra amiga no tiene interés de vivir siempre con la misma persona y disfruta de conocer nuevas compañías, principalmente con la ayuda de la aplicación Tinder. A su vez, todos ellos parecieran formar una sola familia. Rompiendo las barreras físicas (en cuanto a vivienda) y de sangre, estos personajes forman un vínculo primario por elección.
En cuanto a la actitud, los protagonistas, que rondan los cuarenta, no buscan eternizar su juventud. Es este aspecto el que le sienta muy bien al film. La madurez, que les ha llegado sin obtener los mandatos para la edad, es la que les otorga un sentido del humor y humanización. Los personajes están más allá del querer agradar y ya les ha pasado la hora para deslumbrar la belleza de la juventud. Es por esta razón que sus “defectos” se vuelven excentricidad y les generan una personalidad interesante.
El humor y las dosis de romanticismo están equilibrados de tal forma que ninguna de ellas predomina sobre la otra. Y aunque Dos amores en Paris quizás no llegue a dejar un impacto en el cine de la época, tiene varias escenas que son dignas de recordar.