Si algo funciona en este thriller es su irrefrenable catarata de gags y la química existente entre sus protagonistas. Bobby Trench (Denzel Washiington) y Marcus Stigman (Mark Wahlberg) son un agente de la DEA y un oficial de Inteligencia Naval que trabajan de manera encubierta y tienen que robar un banco. Pero como de acción se trata, tras sus pasos se lanzan miembros de la mafia y agentes de la CIA que reciben porcentajes del dinero "non sancto".
Dos armas letales, de Baltasar Kormákur (Contrabando, también con Wahlberg), logra mantener el interés del espectador hasta el último minuto en medio de una trama que tiene ola de traiciones, dinero sucio, un traficante mexicano (Edward James Olmos) y un agente siniestro (Bill Paxton) que busca a la dupla protagónica. El relato aparece atravesado por el humor y la tensión (ninguno de los dos conoce la verdadera identidad de su compañero), a los que se suman correctas secuencias de acción a las que el realizador imprime un ritmo frenético.
El dinero funciona, una vez más, como móvil de las ambiciones desmedidas de agentes corruptos. Basada en una novela gráfica publicada en el 2008, el film encuentra - y une- a estos dos personajes que se encuentran a ambos lados de la ley: un policía que no vive según los códigos de honor y a un tirador que fue declarado desertor. Ambos se ven impulsados para obtener el dinero que pertenece a una peligrosa organización criminal y caen en sus garras. Y hasta son colgados ante un toro feroz. Dos armas letales sigue los pasos de los relatos clásicos de acción y agrega una refrescante catarata de chistes que el público disfrutará en medio de tanto peligro.