Ladrón que roba a ladrón que roba a ladrón
Bobby Trench (Denzel Washington) y “Stig” Stigman (Mark Wahlberg) se asocian para cometer un delito por encargo: deben robar un banco para un traficante de drogas, pero cuando el botín resulta mucho más cuantioso que lo que creían, empiezan a sospechar. De ellos mismos y de todos. Así descubren que ninguno de ellos es en realidad un delincuente, sino que en realidad son un agente de la DEA y un oficial de la Marina respectivamente. El dinero proviene de manos bastante sucias, algo que los fuerza a unirse para escapar de los muchos bandos que los persiguen, a ellos y al dinero.
El filme cumple a pie juntillas con lo que se espera de un buen ejemplar del género: tiene mucha acción, persecuciones, disparos en cantidad, y mucho humor. La combinación funciona, condimentada especialmente por todas las facciones, de orígenes legales y no tanto, que quieren hacerse de la nada despreciable fortuna, que, para colmo de males, Bobby y Stig ya no tienen consigo.
El guión maneja un ritmo vertiginoso, muy bien dirigido por el islandés Kormákur, y, si bien llega al destino esperado para este tipo de películas, lo hace a través de ciertos giros no tan tradicionales que tornan interesante la propuesta.
El elenco es destacable: Washington y Wahlberg se calzan sus personajes sin ninguna dificultad, Bill Paxton y Edward James Olmos aportan buenas actuaciones, y hasta el galán James Marsden sale de su rol habitual de “cara bonita”. Se los ve a todos muy cómodos en sus roles, unidimensionales, sí, pero la profundidad no es lo que se busca en esta película.
Ágil, entretenida, dinámica; en fin, una buena película de acción.