Los hermanos Dardenne han conseguido un método: construir ficciones de suspenso sobre los aspectos más duros de la realidad social global -aunque sus films transcurran siempre en su Bélgica natal- utilizando un estilo documental que, con absoluta limpieza, borra todo indicio de manipulación dramática. Aquí la historia -como en Rosetta, como en La promesa- se concentra en el mundo del trabajo: una mujer (excelente Marion Cotillard) trata de conservar su trabajo; para eso, debe convencer a sus compañeros de renunciar a sus horas extras, y solo tiene dos días para hacerlo. Como en el cine de gran espectáculo, como en el thriller, estamos en una carrera contra el tiempo con mil vicisitudes y peligros; como en la vida real, nos encontramos con personajes que tienen, todos, un motivo para hacer lo que hacen, para aceptar o rechazar una propuesta, para ejercer o no la solidaridad. El film es de una tensión apabullante, y no escatima ni la fiereza ni la ternura.