¿Humorada? Sobre gente aburrida contagia al público
Catorce intérpretes, cuatro países, tres directores de casting, posiblemente un entrenador de perros (animal que inteligentemente huye al comienzo de la película y al final ni figura en los créditos) fueron necesarios para hacer "Dos disparos". Que comienza con dos minutos largos de baile ruidoso y luz estroboscópica, sigue con cinco minutos de un pibe medio dormido que viaja, llega a su casa, nada en la pileta del fondo, corta el pasto (lo que incluye medio minuto de desenfoque), busca algo, encuentra un arma y se pega dos tiros. Uno en la cabeza y otro en la panza, en ese orden.
Pero parece que las balas eran de fogueo, porque el chico sigue vivo, y por tanto, desgraciadamente, la película también sigue. Ahora, ¿por qué se los pega? Quién sabe, parece que de puro aburrido. En esta película casi todos parecen aburridos a nivel zombi, estado de ánimo que rápidamente se traslada al público, salvo aquellos espectadores preparados que saben que ésta es una nueva comedia de Martín Rejtman, autor venerado por los cultores del Nuevo Cine Argentino, y entonces festejan. Los recursos del autor para que esto sea una comedia son algo minimalistas, por decirlo amablemente. Es cierto que Pierre Etaix, Otar Iosseliani y Aki Kaurismaki han usado similares recursos, pero a ellos les sale bien, probablemente porque se preocuparon de darle carnadura, intención y gracia a sus personajes (algo que aquí sólo demuestra Fabián Arenillas, en breve aparición) y, además, porque sus guiones conducen a algo.
En fin. Hay algunas frases dignas de mediano festejo, situaciones que quizá causen gracia cuando uno se las cuente a sus amigos y entonces advierta el absurdo de las mismas, no mucho más. Ah, también hay un recurso notable. Para mantener el tono zombi, y quizá para ahorrarle plata a sus productores, cuando el tipo se pega los dos chumbos, en vez de una puesta en escena con la familia desesperada, sangre en el piso, y demás, simplemente vamos a pantalla en negro y la voz del fulano contando que no fue nada. Lo siguiente que vemos es la familia volviendo de la clínica, el herido sin siquiera una curita en la cabeza, y la madre llamando al delivery como todos los días. (¿acá habría que poner: Risas?)