El péndulo de Rejtman
Imagínese el movimiento mecánico de ese dispositivo llamado "péndulo de Newton". La hermosura mecánica del artefacto puede en parte explicar el funcionamiento de Dos disparos. Justamente después de que esas dos balas a las que se refiere el título atraviesen el estómago y la cabeza del protagonista, se dispara un conjunto de acciones y reacciones entre los personajes que pone en funcionamiento la película-péndulo de Rejtman.
¿Puede una comedia empezar con un suicidio fallido? Sí, sobre todo porque, en este caso, el intento de quitarse la vida no responde a un malestar existencial intolerable debido al cual dejar de respirar suponga dar fin al sufrimiento. La única variable explícita aquí es un calor insoportable. Pero, más importante aún, ¿puede una comedia producir una forma de comicidad que atente contra la explosión de la carcajada? En Dos disparos, el humor se asordina, pues cada gag está signado por su fugacidad. Los más evidentes tienen lugar en un diván y en la entrada de un edificio que cuenta con un detector de metales. El resto son casi imperceptibles.
Si el título parece anticipar un policial, a esta altura no sólo quedará claro que no será así. No se tratará tampoco de un filme psicológico sobre la angustia adolescente. Una semana después de los disparos, Mariano volverá a la casa materna. Ella y su hermano Ezequiel tomarán los recaudos necesarios para que nada raro vuelva a ocurrir. Pero esto será un detalle, ya que el relato empezará a girar tanto alrededor de la vida de Ezequiel como de la de su madre. Nada trascendental sucederá. Mientras tanto, Mariano volverá a ensayar con su cuarteto de vientos. Un poco más tarde, inesperadamente, nuevos personajes que abren un juego intergeneracional empezarán a poblar el relato: la profesora de música de Mariano, un nuevo integrante del cuarteto, una mujer con tres hijos, dos parejas adultas. Y casi todos empezarán a viajar a la Costa Atlántica.
Así descripta, se podría pensar que Dos disparos es una comedia costumbrista independiente. De ningún modo, pues este filme es, en todo caso, una comedia conductista. Lo que va tomando forma es un modo de estar en el mundo, que abarca un espectro generacional amplio de una clase específica, cifrado en la transitoriedad y en un tono emocional bastante parecido a la ataraxia, acaso una virtud involuntaria de los personajes. El filme culmina con un plano en el que se divisa un póster de Gravedad. Es el contraplano secreto y espiritual de Dos disparos, una película sobre la ingravidez del espíritu.