Marcos (Antonio Gasalla) ha vivido toda su vida con su madre, Neneca (Elena Lucena), con la cual mantiene un fuerte lazo. Ambos son dependientes el uno del otro. Susana (Graciela Borges), la otra hija de esta mujer de más de 90 años, tiene una personalidad totalmente diferente a la de Marcos. Es independiente, avasalladora, vive centrada en su vida y en lo que le pasa a ella, y casi ni se relaciona con su hermano y su madre.
Pero cuando Neneca muere, Marcos deberá buscar una nueva razón para su existencia. Volverá a sus viejas pasiones y se verá obligado a retomar su vínculo con su hermana, con la cual mantendrá una relación de amor-odio que es el meollo de esta película.
Dos hermanos trata una historia común, cotidiana, con la que la mayoría puede sentirse identificado. Porque cualquier persona seguramente habrá vivido alguna vez (o habrá visto vivir a alguien) aquella situación en la cual una relación asfixiante termina convirtiéndose en la razón principal de la vida de una persona, en parte por obligación, y en parte porque acaba siendo una elección propia. Dependencia mutua, de ambos lados.
Y eso mismo le pasa a Marcos, que cuando se encuentra a él mismo que ya no debe vivir más a cuentas de nadie, busca a alguien nuevo de quien depender. Esa figura la encuentra en su hermana. Pero Susana tiene una personalidad totalmente distinta de la de su madre. Es ventajista, mentirosa, celosa e intrometida. Todas las cualidades necesarias para que Marcos se de cuenta de que ha llegado la hora de liberarse y retomar viejas pasiones: el teatro, la orfebrería, el amor.
Ésta película es una adaptación de la novela Villa Laura de Sergio Dubcovsky, quien históricamente ha sido socio y productor de Burman. La impronta de este director está presente en todo momento. Es una película muy Burman: su temática, su ritmo, sus diálogos.
La cuestión de la relación madre-hijo atraviesa la película de cabo a rabo y se transforma en su lei moti. Además de la historia principal de Marcos con su madre que lo marca como persona, tenemos que la obra de teatro en la cual participa el personaje de Gasalla es, casualmente, Edipo Rey. Sumado a esto, qué mejor ícono de las madres fanáticas de sus hijos y nietos que Mirtha Legrand, de la cual Marcos es un gran seguidor.
En cuanto a las interpretaciones, esta película ha obtenido un resultado muy extraño. Creo que nadie puede dudar de los dotes actorales de Antonio Gasalla, pero la realidad es que en Dos hermanos se lo encuentra desencajado. Es difícil darse cuenta de cuáles pueden ser las razones. Quizás la falta de tránsito de éste actor por el cine, quizás porque el género dramático no concuerda con su estilo. Gasalla mismo admitió que hacer esta película significaba todo un desafío porque debía enfrentarse a dos cuestiones poco transitadas por él: el drama y el cine. Un desafío más grande aún debe haber sido para Burman, un director de 36 años, de dirigir a estos dos gigantes del cine, y de lograr la adaptación de uno de ellos a situaciones distintas en las cuales brilla.
Lo cierto es que yo me quedé con muchas ganas de seguir viendo a Gasalla en el cine. Creo que es uno de los grandes actores que nos ha dado nuestro país.