Supónganse que se paran frente a la cartelera de cualquier cine y se encuentran ante la disyuntiva de ver una comedia de acción o una de acción con toques de comedia. ¿Cuál elegirían? No se preocupen, es una pregunta capciosa. Lo cierto es que podríamos aseverar que Cop Out es una película de policías sobre una base cómica, mientras que Date night -Una noche fuera de serie- es una película que es cómica desde su base y origen, pero que deriva en una película de acción (o de aventuras más que enredos). Y lo peor de todo es que el desarrollo que lleva a estos dos protagonistas a transformarse en héroes, detectives privados, sagaces fugitivos y hasta strippers no es para nada gradual, ni equilibrado, ni creíble.
Cop Out es mucho más fiel al espectador, más previsible, más común, quizás también por todo eso, termina resultando mejor. Cuenta la historia de Jimmy Monroe (Bruce Willis), un policía bastante inepto que tiene entre sus más preciadas posesiones una tarjeta coleccionable de béisbol de la primera tanda que salió alguna vez: un objeto valuado en varias decenas de miles de dólares. Jimmy la necesita para pagar la boda de su única hija, pero cuando va a canjearla por dinero, unos ladrones de poca monta terminan por robársela y, por esas cosas del destino, tendrán que meterse con la mafia de drogas más importante de la ciudad para recuperarla.
Las bondades de esta película no son demasiadas, pero están bien firmes: se trata de la clásica “buddy movie”, un filme sobre una pareja muy despareja de policías, en donde uno quiere ser serio y el otro (Tracy Morgan, famoso en el país del norte por el programa Saturday Night Live) no puede dejar de ser un payaso. En este caso nos encontramos con que el que quiere ser serio, también es bastante inútil, lo que ayuda bastante a generar una pequeña sorpresa para el espectador. Esa mínima elección distinta, la exageración en las puteadas y los toques de humor negro -o más ácido del típico de Hollywood- es lo único que nos hace percibir que quien está detrás de las cámaras es el particular Kevin Smith, realizador películas de culto como Clerks, Mallrats, Jay and Silent Bob strike back y de otras más ligadas al mainstream como La chica del sueter o Zack y Miri hacen una porno.
Por su parte, Una noche fuera de serie es un filme que se apoya únicamente en la capacidad histriónica de dos grandes cómicos como Steve Carell y Tina Fey, ellos también de la inagotable cantera del legendario programa de sketches estadounidense Saturday Night Live. Lo que comienza por ser una película que nos cuenta en clave de comedia los pormenores de una pareja con dos hijos que cada vez se acostumbra más a la rutina, termina virando bruscamente en una película llena de persecuciones, tiros, autos chocados, robos, confusión, matones, etc. sin que estos supuestos enredos le brinden a la historia la posibilidad de ser más cómica, sino todo lo contrario. A medida que la confusión va tomando forma -la pareja es confundida por otra que es buscada por unos mafiosos-, la comedia se va desdibujando hasta quedar olvidada en una marejada de corridas, gritos, histeria y otras yerbas. A fin de cuentas, la floja justificación para que todo eso se sostenga es que finalmente la pareja logró evadir la rutina y hacer cosas inesperadas...
Una vez escuché a un amigo decir que a Bruce Willis lo prefiere esquivando balas, caminando descalzo sobre vidrios rotos o tratando de evitar que un boeing se estrelle contra la pista de aterrizaje y no contando chistes. No me queda otra que retrucarle diciendo que yo prefiero que el que escape a gran velocidad en un Audi por Nueva York sea el simpático pelado y no Steve Carell. Sin dudas, termina siendo más molesto que un cómico se disfrace de superhéroe y no tanto que un duro se ponga el traje de bufón por un rato. O al menos esto es así siempre y cuando el guión lo acompañe, tanto a uno como al otro.
Por el lado de Cop Out se puede celebrar la histriónica, exageradísima pero bastante simpaticona performance de Tracy Morgan, un payaso con todas las letras y la corta aparición de Sean William Scott, que como siempre, aparece para hacernos reír con esos chistes de los cuales da vergüenza reírse.
Date night tiene sus momentos, en especial porque Carell y Fey llevan a la comedia en la sangre y no tienen manera de no hacer reir con tanto protagonismo. Hay una escena -me arriesgaría a afirmar que es pura improvisación- en la que se hacen pasar por asistentes de Will.I.Am en un restaurante fino, que es sencillamente genial. Pero el filme en general no hace más que derrapar más y más hacia el desinterés del espectador, al intentar surfear sobre la tabla agujereada que es su guión, no tan pobre desde el costado cómico como desde el lugar hacia donde se dirige la historia, en especial con ese pseudorelato de fugitivos y espionaje.
Sin embargo, se podría decir que era de esperarse, puesto que su director es el responsable de comedias menores como Más barato por docena, Una noche en el museo y La pantera rosa, y sólo nos arrancó alguna risa tímida en Recién casados. Y como si eso no fuera suficiente, el señor Shawn Levy también fue productor de la flojísima Locura de amor en Las Vegas, entre otras basuras.
Entonces, la próxima vez que se encuentren frente a la cartelera y tengan dos opciones, ¿qué verán? ¿Una con comediantes que se ponen en acción o una con tipos duros que se hacen los graciosos? Ante todo, mejor fíjense quién la escribió y después decidan. En este caso, Kevin Smith ganó sólo con la camiseta, porque en el filme su ojo cítrico ni se nota.