Ni son ni se hacen
Dos más Dos (2012), de Diego Kaplan, articula su trama a partir del tema de los tabúes sexuales con un tono de comedia adulta. El film, con muchos puntos de contacto con lo que fue aquella recordada serie que se llamó Son o se hacen, que el mismo Kaplan dirigió revolucionando la TV de finales de los 90, es un producto industrial de gran factura técnica, un guion que apunta a un público con ganas de debatir y muy buen nivel actoral.
A finales del siglo pasado la televisión argentina ponía al aire, en el viejo canal 9 de Alejandro Romay, una de las comedias más inteligentes que la TV local dio en toda su historia. En ella cuatro jóvenes actores experimentaban una serie de encuentros y desencuentros, pero desde una ambigua mirada sobre el sexo y el amor. Son o se hacen se convirtió con el tiempo en una serie de culto y su director Diego Kaplan se perfiló como una de las jóvenes promesas de la nueva generación de cineastas. Tuvieron que pasar cerca de 15 años de aquella interesante experiencia para que su mentor vuelva a transitar por una historia con muchos puntos de contacto en aquella emblemática serie.
En Dos más Dos los personajes de Adrián Suar y Juan Minujín son socios y amigos. Ambos están casados con dos bellas mujeres interpretadas por Julieta Dìaz y Carla Peterson, respectivamente. Mientras los primeros llevan una vida más conservadora y con pocos matices, los segundos la viven más libremente y sin ningún tipo de prejuicios, al punto de practicar el intercambio de parejas, algo que el personaje de Suar no puede permitirse ni en sus más íntimos sueños. Pero tarde o temprano lo convencerán y un día probará. A partir de ahí ya nada será igual.
El cine argentino trabajó la comedia con disímiles resultados, donde muchas veces se ponía más énfasis en un elenco convocante que en contar una buena historia, provocando una dicotomía entre público y crítica. Todo cambió cuando aparecieron autores y directores que, además de ofrecer un producto industrial, fueron bien recibidos por la crítica. Películas como las de Juan Taratuto o Hernán Goldfrid, con guiones de Pablo Solarz o Patricio Vega lograron la combinación cuasi perfecta entre público y crítica. Por este camino viene Diego Kaplan que, tras su incursión en Igualita a mí (2010), regresa al cine con una comedia adulta, sostenida con un sólido guion de Juan Vera y Daniel Cúparo, que falla sólo cuando se vuelca a un desenlace melodramático y moralizador, algo que resta en lugar de sumar.
Uno de los puntos fuertes de Dos más Dos está puesto en lo actoral. Hay grandes trabajos de Juan Minujín y Julieta Dìaz, quienes sin duda pueden atravesar todos los géneros componiendo personajes opuestos entre sí y evitando caer en el estereotipo. Tanto Carla Peterson como Adrián Suar complementan sin desentonar luciendo sus dotes de grandes comediantes.
Si Son o se hacen fue una bocanada de aire puro destinado a un publico entre cool y pensante, también lo es Dos más Dos, ya sea por su temática como por su estética visual. Y aunque los tiempos cambiaron y hoy los tabúes son otros, Diego Kaplan vuelve a poner sobre la mesa el tema de la experimentación sexual desde un lugar inteligente, que más allá de hacer reír también hace pensar sobre la pareja, el sexo y de cuanto uno se pierde por no animarse a más. O no.