Antes que picaresca, una comedia reflexiva
Ya antes de verla, todo el mundo sabe, o cree saber, cuál es el intríngulis de esta comedia. Una pareja swinger quiere incorporar a un matrimonio amigo a sus prácticas, la mujer se siente atraída, el marido se muestra reticente. Sabiendo que Adrián Suar hace este papel, que las damas son Julieta Díaz y Carla Peterson, y aparecen en una escena con vestuario menos que mínimo, todo el mundo se relame por anticipado. Para más, el elenco se completa con Juan Minujin, actor creíble en cualquier papel que le pongan, y Alfredo Casero en rol de organizador de orgías.
Si además participan Juan Vera, experto productor y acá también guionista con Daniel Cúparo, y el director es Diego Kaplan, de la serie «Son o se hacen» y la sentimental «Igualita a mi», bien cabe relamerse. Y las expectativas se cumplen bastante, los intérpretes dan justo, hay escenas muy bien jugadas, curiosa incorporación de las recomendaciones del gps y los pronósticos de lluvia dentro de la historia, diálogos graciosos y también otros propios de cualquier matrimonio, tipo «yo intento cosas y con vos no se puede», que las mujeres dicen después de haber visto ciertos programas televisivos, y los esposos oyen sufridamente cuando lo único que quieren en ese momento es ver el resumen de los partidos.
Hacia la mitad, ya la película goza pleno derecho de ser consagrada por progres, superados y otras especies como una suerte de «Bob & Carol & Ted & Alice» de las pampas. Todo bien, pero ¿qué pasa cuando los sentimientos cambian las reglas? «Hubo un momento en que tuvimos intimidad en privado», confiesa una de las partes. Escandalosa confesión que destruye anímicamente a una persona ortodoxamente swingerista. Que reacciona destruyendo materialmente cualquier cosa. Incluso, una amistad.
Se puede ver «Dos más dos» como una comedia picaresca destinada a impulsar experiencias liberales. Pero, completa, es una eficaz comedia dramática sobre la amistad, la confianza, los celos y la permisividad en la pareja y entre dos matrimonios cuyos hombres, para colmo, son socios desde hace años. No es «Bob & Carol...». Tampoco «Cuori solitari», con Ugo Tognazzi y Senta Berger (que acá se estrenó con un título engañapichanga). Es otra historia, con otras reflexiones, que conviene atender. Después que uno haya sacado la vista de Carla y Julieta desnudas, se entiende.